Encadenados – Alfred Hitchcock
Hitchcock se encontraba desde hacía unos seis años trabajando en el competitivo mundo de los estudios cinematográficos Hollywoodienses con su particular estilo de trabajo cuando comenzó el rodaje de esta película. Mientras ya era considerado “Autor” en los gloriosos tiempos de la revista Cahiers du Cinema, tanto por el tratamiento de sus guiones, como por la forma de contar las historias. Así fue como Truffaut y Godard mostraron al mundo que no se trataba simplemente, de un director de películas de palomitas.
Rondando el año 1946, cuando aún se mantenía tibio el recuerdo de la segunda guerra mundial y se enfrascaba en una historia de patriotismo americano, pero sobretodo una historia de amor.
Amor del más clásico: una mujer entre dos hombres.
El cineasta nos adentra en la historia de Alicia ( Ingrid Bergman), una mujer que viviendo momentos de vergüenza por la condena de su progenitor acusado de traición a la patria, se la pide colaborar en el desenmascaramiento y captura de uno de los cerebros del movimiento nazi, Alex Sebastian (Claude Rains) que se encuentra en Brasil. Mujer que ha llevado una vida disipada y se siente incapaz de cambiar.
Ella aceptará pero movida, más por el amor que profesa al agente de inteligencia que se lo propone (Cary Grant) que por verdadero patriotismo.
Nos encontraremos entonces ante la narración de los encuentros y desencuentros de esta curiosa pareja envueltos en una situación de suspense.
Un amor, que si no es prohibido, si roza el sentido de traición, ( El agente enamorado de la hija de una traidor a la patria) lo que le hace poner en duda su carrera y sus sentimientos. Unos sentimientos creíbles y bien llevados gracias a la química que desprenden ambos actores.
Cary Grant en un momento inmejorable de su carrera, en su apogeo físico y artístico convertido en todo un galán tratando de conquistar a Ingrid Bergman que combina una belleza descomunal con un talento prodigioso.
Es además la historia de la redención de una mujer. Alguien que cambia, tal vez por amor y para ser merecedora de él.
“Llevo ocho días sin beber”: le dice en algún momento de su estancia en Río, dialogo incluido de forma magistral por el guionista donde se nos muestra tanto el cambio de la mujer como el tiempo que llevan en esa ciudad, conociéndose e intimando ambos.
El personaje de Alex Sebastian se comporta de manera correcta en todas las ocasiones y es bueno y generoso, contrastando con la manera que Devlin trata a Alicia a pesar de amarla, ya que ante tal declaración de la joven le dice: “¿Son ocho días suficientes para el cambio?”
La base para el guión del film se encuentra en las páginas del periódico Saturday Evening post, titulado “La canción en llamas”, que el director junto al guionista Ben Hecht convierte en una historia de amor enmarcada en un contexto de espionaje.
La historia de una mujer abrumada por la culpa y un hombre incapaz de mostrar sus sentimientos a causa de su profesión, como tema central de la película, algo que no coincide exactamente con su argumento centrado en la historia de espías.
Hitchcock acuño el termino de Mcguffin (elemento de suspense que hace que los personajes avancen en la trama sin tener porque ser relevante) siendo encadenados uno de sus máximos exponentes. En lugar de mostrar este amor con descaro, lo envuelve de la formula clásica de planteamiento, nudo y desenlace para dotarlo de intensidad. Con la formula clásica: chico conoce chica y se gustan desde el primer momento, se les plantea el escenario donde desarrollar la línea argumental y los problemas que parecen convertir su relación en imposible, y finalmente un desenlace salvando los obstáculos.
En esta ocasión, el mcguffin es el uranio que encuentran en las botellas del sótano, que será usado para la creación de la bomba.
Lo que la convierte en una película extremadamente violenta, envuelta en buenas maneras y protocolo.
La historia de espionaje también hace avanzar la trama, pero no por sí sola, sino por el carácter de los personajes. Con tan solo un “Te quiero”, Alicia ( Bergman) habría caído rendida a los pies de Devlin, pero al mostrarse indiferente, ella va cumpliendo todos los encargos de fingir enamoramiento con Alex Sebastian, tratando de generar algún tipo de emoción o celos en el personaje de Cary Grant. El director consigue así dos propósitos, que la trama avance y generar tensión entre los protagonistas.
El autor genera que situaciones sencillas se conviertan en momentos de extremo suspense, y ponga en constante peligro a nuestros protagonistas, como todos los momentos durante la fiesta en la que la llave de la bodega que desean investigar, esta en posesión de Alicia, y ella se abalanza sobre su esposo para abrazarlo justo antes de que pueda descubrirla.
Un mismo gesto pero diferente significado porque mientras que aquí abraza a Sebastian para distraerle, cuando abraza a Devlin finalmente para ser descubiertos como amantes, los sentimientos de ambos son sinceros.
La manera de generar suspense puede ser muy sencilla como en el caso de la creación de tensión durante la fiesta conforme se iban acabando las botellas de champagne, y crecía la posibilidad de ser descubiertos en la bodega.
Hay otra botella que nos muestra la situación de los protagonistas, y su soledad: una botella que queda abandonada en ninguna parte, y que pasa de ser el objeto de celebración del amor a ser abandonada por Devlin cuando sabe que su amada deberá casarse con otro hombre para cumplir su misión.
La tensión mientras ella roba la llave “única”, para que no nos quepa duda de cual es ( de nuevo el plano detalle para remarcar el nombre) se nos muestra con las sombras amenazantes de Sebastian en la habitación de al lado. Como esas secuencias en el Drácula dirigido por Francis Ford Coppola, donde la sombra del conde ya generaba terror en sí misma, por ir un paso por delante de su cuerpo.
Situándonos en la época, el recuerdo omnipresente en la mente de todos
de la guerra impregna esta obra hitchcockiana, llena de complots nazis,
de intrigas internacionales y de persecuciones constantes.
El conocido como el maestro del suspense dotó al espectador de algo que no había pasado hasta ese momento: ir un paso por delante de los actores.
Esto, imitado después por muchísimos otros autores como Darren Aronofsky, quedaba manifiesto en ese gusto por el plano detalle.
Encontramos los elementos clásicos de suspense, siendo un correcto ejercicio de film noir del que Hitchcock fue un peculiar exponente. La oscuridad impregna buena parte del film y muchas de las secuencias más importantes ocurren de noche.
El blanco y negro de la fotografía de Ted Tetzlafl, convierten la proyección de la luz sobre un vaso de leche en el simbolismo de una mujer que va a dar un cambio en su vida, para ir por el buen camino.
Muchos planos que va de lo general a lo particular, y viceversa, siendo el ojo de la cámara omnipresente, como se muestra en el travelling de las primeras escenas donde lo primero que vemos es la cámara de los periodistas, lo que ya nos da una idea de la magnitud de lo que nos espera: No es un juicio como otro cualquiera.
La fotografía también nos ayuda a conocer a los personajes, Alicia Huberman conoce a Devlin en una reunión de amigos en su casa , tras el juicio a su padre y se enamora de él perdidamente.
Devlin se nos muestra de espaldas, en la sombra, escena que después copiaría exactamente la serie “Mad Men” en su piloto para presentarnos a Don Draper.
El momento en el que se conocen es magia en el cine, ya que mientras Alicia mira a otro hombre, le pregunta a Devlin: “si esta enamorado de ella”( cuando aún no sabemos nada de este personaje) para justo después girarse hacía él y decirle: “Me gustas”.
Momentos después ambos conversan, y el director nos invita a esa conversación dejando una silla vacía justo en el lugar que ocupa la cámara, convirtiéndonos en auténticos vouyears de esta historia.
La cámara subjetiva nos traslada a sentir lo mismo que el personaje de Alicia en varias ocasiones, una borracha al volante a la que el pelo no la deja conducir.
Mientras Hitchock juega con nosotros, haciéndonos salir una y otra vez del personaje, para que gracias al plano detalle, sepamos que Devlin controla la situación y usará el freno de mano en caso de ser necesario. Una vez más, como espectadores vamos un paso por delante de los protagonistas.
Así como la cámara girando, mientras que Alicia se recupera de una espantosa resaca para fundirnos en un tocadiscos girando, pieza clave, ya que en ella se escucha las discusiones de la protagonista con su padre, donde se mantiene fiel a Estados Unidos.
Pero sin duda es el plano general, ligeramente picado de la fiesta de Sebastian uno de los que destacan por encima de los otros. Recorremos la sala y la multitud hasta encontrar al personaje de Bergman, para detenernos justo en su mano, y la cámara nos muestra la llave de la bodega en su interior. La tensión comienza a crecer, en una habitación llena de gente.
La secuencia del beso es una de las más importantes en la historia del cine. Mientras los besos de Alicia y Sebastian son de segundos, el que ocurre en la bodega entre Alicia y Devlin tiene una duración casi bochornosa. Si bien es cierto que el carácter rebelde de Hitchcock hizo que fuera más por cierto desafío ante la censura, no deja de ser significativo.
Sin parar, el autor vuelve a sus obsesiones, como ese maltrato recurrente a las mujeres que manifiesta cuando deja entrever que el personajes de Alicia no puede cambiar ( “la que ha sido mala lo es siempre”: Dice ella en alguna ocasión), o cuando Devlin la trata de mujerzuela al decirle: “Debes estar acostumbrada a que los hombres te digan que tienen esposa y tres hijos”, asestándole así un golpe devastador.
También encontramos uno de los personajes recurrentes en su filmografía, que desarrollará completamente en “Psicosis”, el de la madre castradora. En esta ocasión es la madre de Sebastian, a la que él acude en busca de consuelo y solución cuando descubre el engaño al que ha estado sometido, y ambos urden un plan para acabar con ella lentamente: envenenándola. Un personaje, que deja claro que es quien manda en esa casa, desde el primer momento en el que se encuentra con Alicia.
Alicia, sabe que algo la ocurre, se encuentra mal pero prefiere decirle a Devlin que es porque ha vuelto a beber, ya piensa que la opinión que él tiene de ella nunca cambiará, pero que finalmente es salvada por este hombre que la ama en un apoteósico final.
Una película que no ha perdido ni un ápice de actualidad, ya que Hitchcock nos hablaba de hombres y mujeres, de la condición humana, disfrazándola de historias de suspense y espías. Además nos enseña la importancia del ojo que nos cuenta la historia, de que nosotros estamos dentro de la misma trama, y somos participes y jueces.
Una historia que como el buen vino, cría solera y encoge el corazón.
No hace falta que acudáis a descargas o pirateria. Youtube ya lo hace por vosotros.
Y si no habéis visto todavía esta peli os dejo el enlace donde podéis verla completa