El universo de Carruth es enigmático y excepcional, y ve el cine como un experimento ( no en vano era matemático antes que cineasta) en el que pretende trasladar al espectador algo más que imágenes en movimiento. De esta manera, el autor, nos cautiva con imágenes que parecen normales pero están más cercanas a la ensoñación, prestando una especial atención a la banda sonora y convirtiendo su cine en una experiencia sensorial.
El personal universo de “Upstream color” prescinde de explicaciones, y en ocasiones los diálogos carecen de sintonía, y las escenas parecen inconexas, para forzar al espectador a realizar una alineación mental a posteriori.
Una película que trata sobre la manipulación y el miedo a perder el control, pero también sobre el destino, y si nos unimos a los demás por casualidad o hay algo más, no en vano la pareja protagonista se conoce porque ambos han sido victimas de un estafador que utiliza la larva de un gusano introducida en las victimas para conseguir doblegar su voluntad y robarles así todas las posesiones, incluida una parte de ellos mismos.
En este sofisticado crimen, entra en escena un técnico de sonido rural, el cual con su grabaciones no solo atrae a los gusanos dentro de las victimas, sino que se los extrae y los introduce en los cerdos que cría en su granja, creando una conexión entre los animales y sus huéspedes primigenios. Esta conexión es usada por el técnico cuando falto de inspiración para sus creaciones musicales acude a la piara, es decir, a las emociones compartidas con los humanos.
Un cine que reflexiona sobre la naturaleza de la condición humana sin caer en convencionalismos, y usando un puzzle de imágenes oníricas que juegan al desconcierto, terreno en el que el director se mueve perfectamente. Dejando atrás los temas científicos y morales de su primera obra y centrandose más en lo lírico y esotérico, y en lo inexplicable y poco racional que puede ser el amor entre dos personas, nos muestra en esta ocasión, que el encuentro de los protagonistas no es sino fruto de que los cerdos que albergan los parasitos de los jóvenes se encuentren.
Un color, el azul, que marca las orquídeas en las que se encuentra el parasito, y que sirven al estafador para encontrar las flores que debe comprar. Unas flores que crecen salvajes alimentadas por los porcinos muertos en descomposición en el bosque, cerrando así el ciclo vital del gusano, y por lo tanto, de nuestra historia.
Carruth cual hombre del renacimiento, o autentico mago del low cost, acomete todas las labores que puede dentro de la cinta ( no en vano han pasado casi 10 años desde su primer film) siendo así, director, guionista, interprete, músico, fotógrafo, productor.. no siendo llevadas todas a cabo con igual acierto, pero con una valoración final bastante satisfactoria.
Hipnótica durante la primera hora de metraje, te mantendrá en tensión en su recta final tratando de que todo cobre sentido.
(Esta película pudimos verla en el Festival de Sitges, posteriormente en el Américana, y se verá en el Atlántida fillm fest)