El alma más terrible, aquella que
podría destruir la humanidad se encuentra en el cuerpo de una niña.
Simón (Si no recuerdo mal el nombre,
interpretado por Eric Stolz, que no puede ser más guapo, aunque vaya
de pelirrojo y a mi me guste más de moreno) ha escondido ese alma
en una niña anónima, y la ha dejado a cargo de su profesora.
Entre Ángeles que se revelan contra
Dios, y humanos que tratan de mantener a salvo la humanidad,
refieriendosé a la tierra en la que viven, no a su moralidad.
Hay una escena que me llena el alma de
dolor desde que era adolescente, me llena de pena, y con la que me
identifico.
Cada cierto tiempo vuelvo a esta peli,
y la recuerdo.
El diablo (interpretado por Viggo
Mortensen) trata de hacer un pacto con la profesora (Virginia Madsen,
que yo siempre he creído que tenía algo que ver con Michael Madsen)
pues si Gabriel consigue su cometido como Ángel caído, conseguirá
acabar con la raza humana, y no hay sitio para todos en el infierno.
Me gusta en especial Viggo como el diablo, siempre en cuclillas.
Elias Koteas de cabrea, pues él, es el
detective que se encarga de investigar la historia. Un detective que
tenía terribles visiones y se salio del sacerdocio atormentado por
ellas.
Entonces llega la escena que me
desgarra el alma, que me duele y que me destroza de todas las maneras
posibles.
Me llena de dolor, y tristeza.
Mira al cielo insistentemente clamando por un padre que le ha abandonado.
Gabriel (Christopher Walken) habla con
el diablo, y le pregunta que va a ocurrir.
El diablo le dice:
- ¿Porque no se lo preguntas a Dios?
- Porque ya no me habla – Responde el Árcangel.
Me he sentido así muchas veces en la
vida.
Impotente.
Sin saber que ocurre.
Saber que ya no te hablan.
Tengo muchos recuerdos de esta película unidos a mi infancia.