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miércoles, 11 de febrero de 2015

La intervención del estado en las politicas culturales

La intervención del estado en las politicas culturales



Si nos hacemos una única pregunta y esa es ¿El estado debe subvencionar o dar ayudas a la cultura y por ende al cine español?
A mi entender solo hay una respuesta posible, y es Si.

Un sector que no recibe ayudas, es un sector que finalmente no existe o que acaba por desaparecer. El sector del audiovisual, comparado con las ayudas a la vivienda en realidad recibe una cifra anecdotica.

Realmente es un problema que tiene una fácil solución, que los artistas y el público se quejan, pero que las leyes no cambian. Los escasos 50 millones de euros invertidos en el cine español (una cantidad menor que la que se gastan en coches oficiales) contrastan con las ayudas ayudas públicas al cine de Reino Unido (120 millones), Alemania (340 millones) o Francia (770 millones), además como comentamos es el lugar donde se paga el máximo de IVA en lugar de reducido por interés cultural.

Como ciudadano con interés en el mundo audiovisual, se me plantea otra pregunta. ¿Para recibir las ayudas habría que caer en una docilidad política?
Siempre acabamos relacionando cultura con política cuando son temas que no tienen que ver, pero si solo determinadas películas reciben una subvención estatal, ¿ No serán aquellas que pasen por la medida establecía o lleven algún tipo de adoctrinamiento? ¿Acabaremos en una sociedad como la que relata 1984? Es cierto, este tema, me plante a muchas más preguntas que respuestas.

El audiovisual es un sector que aunque se englobe en el ocio, sector terciario, es una industria que genera tanto beneficios, como puestos de trabajo, y todo un sector secundario alrededor. No hablamos solo de aquellos que realizan la película entre ellos cineastas, actores, productores o técnicos, sino el sector de la distribución, los propios cines, las revistas especializadas y los críticos, la organización de festivales... Mueve un flujo muy importante económicamente y debe de dejar de verse para el espectador, como un bien de lujo. La fiesta del cine, ha movido conciencias y ha vuelto a poner en movimiento la rueda de asistencia a las salas de forma masiva, pero con una trampa, que han sido entradas a precios imposibles.

En este caso fallan dos cosas, una el IVA desproporcionado que hace que no pueda rebajarse más el precio, y segundo la falta de transparencia y unificación a todos los niveles. No hay una uniformidad en los precios, en los Yelmo las entradas no bajan de 6,80 ni el día del espectador, mientras que en otros un mismo miércoles la cadena ABC puede ponerlas a 3,90 y kinepolis a 4,90. En cuanto a la transparencia, parece un tabú hablar de los acuerdos muchas veces no verbales y abusivos que algunas distribuidoras hacen con la distribución de sus películas pidiendo precios desorbitados para su exhibición, algo que debería ser estándar y estar regulado, pues siempre ganarán las majors, y se perjudicará al más pequeño.

Como hablamos es un bien de ocio/lujo y que debido a la época económica de crisis en todos los sectores que vivimos, la afluencia a los cines ha bajado en un 15%, sin embargo mientras las ayudas menguaban, lo que el cine ingresaba en las arcas publicas en estos momentos dobla lo invertido.
También como comentamos el cine español, no es la industria audiovisual, pues las distribuidoras de cine españolas, mueven cine de otros países también que generan puestos de trabajo y flujo económico positivo. Es cierto que es controvertido incluir al cine entre los elementos culturales pues conlleva una connotación de animo de lucro muy amplia, pues la ayuda para la realización de un film, puede dar beneficios mucho mayores gracias a temas de merchandising, más allá de lo recaudado en taquilla. Aún en este caso, los impuestos generados por este trabajo, y esa venta, darían un flujo positivo económico indirecto.

Al margen de la temática del film y su animo de lucro como producto que es, parece obvia la ayuda a difundir temas culturales, o aquellos que gocen de exclusión social ( películas como “Solas” o “Barrio”), aquellas que usan la protección lingüística (“Loreak”), que tocan temas tabú (“Lasa y Zabala”, “Negociador”) o por su patrimonio artístico (El rodaje de “El perro del hortelano” y otras series de época puede ayudar a devolver la plenitud a determinados palacios o monumentos).
He dado un ejemplo bastante aleatorio de diversos temas cinematográficos, pues otro de los grandes tabús, es el propio “cine español”, y en san benito de los toros y que siempre se hacen películas de la guerra civil y nadie va a verlas. Debemos proteger una industria que no tiene nada que envidiar en cuanto a temática a la Americana y que puede dar productos muy competitivos (“Lo imposible” es algo evidente, pero “El fin de los días” es totalmente exportable), e igual que hacen otros países, encarecer el IVA, o la entrada de cine Norteamericano porque canibaliza las salas. El público no tiene problemas en pagar 10 euros por “El Hobbit”, pero se lo piensa antes de pagar 6 por “Magical Girl”.

El cine español necesita además una protección, para que las películas lleguen a los cines, o a los medios de distribución, ya sea VOD, para su visionado, y fomentar la industria local.

Hacemos mucho hincapié en las subvenciones porque el tema económico siempre es el más precario, pero evidentemente como vamos dejando pistas en la argumentación, no es solo de ese tema el que tiene que estar regulado. Hay que proteger la industria a través de programas de subvenciones y fomento ( también educativos), regular legalmente la distribución, y la cuota de mercado extranjero, y proteger a los espectadores, con regulación en el marco de protección a la infancia, catalogación de films, etc, sin llegar a modos dictatoriales, sino más bien orientativos e informativos. Esta protección también extendida a las diversas lenguas del territorio. Lo interesante en el tema de la protección también es realizarlo de manera externa, como la autoregulación del sector.

Como espectadora me han surgido siempre estas mismas dudas, y las mismas soluciones: bajar el IVA, aumentar las ayudas y acudir al modelo francés que parece que funciona, así que a raíz de esta práctica decidí profundizar todavía más.

Mi primer paso fue acudir a la fuente de toda ordenación, la constitución, y después a las leyes que recordaba sobre patrocinio y mecenazgo. Después leer las leyes sobre regulación cultural (tanto en impuestos como en regulación de derechos), y por ultimo comparar los modelos de diferentes países.

En cuanto a “mecenazgo” actualmente podríamos hablar de manera muy amplia. Permitir que no solo desde productoras privadas, sino que también grandes grupos empresariales patrocinen películas o series, es prácticamente garantía de éxito, pues su venta para televisión y su distribución están más que aseguradas. Las reducciones fiscales y diversas ayudas fomentarían más la inversión privada en cinematografía ( y en general en todos los ámbitos).

El ICAA, plantea ayudas de muchos tipos (desde ayudas para la participación en festivales, cortometrajes, a un tema muy importante que es la conservación del patrimonio cinematográfico) y cubre un margen bastante amplio pero comparadas con otros gastos, son económicamente inferiores, sobretodo con el beneficio que general.

A mi forma de ver no es solo el estado el que debe tener esas competencias, sino como miembros de la Unión Europea, y por lo tanto supeditados en primer lugar al marco Europeo, se debe realizar un cooperación grupal, pues como decimos, las nuevas tecnologías, fomentan una nueva de ver cine, donde aspectos legales (copyright) y tecnológicos (Internet) deben estar incluidos también, y regulados por un marco legal, que permita una difusión global de contenido.


Aunque el modelo del que siempre se habla es el francés, por su proteccionismo que comparto, no podemos simplemente mirarnos el ombligo, y una cosa es proteger el audiovisual propio y otra o abrir el mercado a la aldea global, y a las nuevas formas de comunicación, que están acortando las ventanas en los estrenos. La regulación en telecomunicaciones, y servicios VOD, convirtiendo cualquier plataforma en un videoclub en casa es mucho más efectiva, al dar más catalogo que la subida de precios que lo único que crea es rechazo popular.


Otro de los problemas que ha habido ha sido la digitalización de las salas, es cierto que eso abarata los costes en la producción y realización de copias, pero eso ha hecho que todos los cines deban adaptarse a esta forma de trabajar. Este cambio en el modelo de exhibición ha estado subvencionado. Las ayudas para digitalizar fondos se han evaporado. Si la venta en VOD genera mas beneficio, y sobretodo desde la venta de la primera unidad, algo que no ocurre con el DVD, debemos enfocarnos en esa forma de exhibición, que funciona bien en otros países y que el usuario demanda.

¿Pero que ocurre con estas subvenciones? Como siempre, hecha la ley hecha la trampa. Fraudes en la proyección de documentales y pelis para obtener las ayudas (Caso Xavier Catafal) o los rumores de siempre de productores comprando las entradas para que cuadren los números.
No es obligación, pero si competencia del Estado crear ventajas fiscales. España ha sido elegida como plato en numerosas ocasiones, creando beneficios y descuentos empresariales, se fomenta el trabajo y la movilidad del capital.


Mi conclusión final es que como bien que es la cultura, y ocio como es el cine en concreto dentro de la vida de la población se debe proteger con determinados derechos y debe recibir ayudas estatales para su protección y conservación. Mi postura es totalmente proteccionista ya que considero que como industria estamos en clara desventaja ante otros países, e incluso en el nuestro propio.
A pesar de hacer mucho hincapié en el proteccionismo estatal considero fundamental también el libre negocio, el cine como arte y patrimonio de la humanidad mas allá de términos económicos. Al tener la oportunidad de leer más sobre el proyecto MEDIA engloba estos ámbitos de los que hablamos, tanto de distribución teniendo en cuenta las nuevas tecnologías, como el de conservación patrimonial, incluyendo además la fase final de marketing.

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