La intervención del
estado en las politicas culturales
Si nos hacemos una única
pregunta y esa es ¿El estado debe subvencionar o dar ayudas a la
cultura y por ende al cine español?
A mi entender solo hay
una respuesta posible, y es Si.
Un sector que no recibe
ayudas, es un sector que finalmente no existe o que acaba por
desaparecer. El sector del audiovisual, comparado con las ayudas a la
vivienda en realidad recibe una cifra anecdotica.
Realmente es un problema
que tiene una fácil solución, que los artistas y el público se
quejan, pero que las leyes no cambian. Los escasos 50 millones de
euros invertidos en el cine español (una cantidad menor que la que
se gastan en coches oficiales) contrastan con las ayudas ayudas
públicas al cine de Reino Unido (120 millones), Alemania (340
millones) o Francia (770 millones), además como comentamos es el
lugar donde se paga el máximo de IVA en lugar de reducido por
interés cultural.
Como ciudadano con
interés en el mundo audiovisual, se me plantea otra pregunta. ¿Para
recibir las ayudas habría que caer en una docilidad política?
Siempre acabamos
relacionando cultura con política cuando son temas que no tienen que
ver, pero si solo determinadas películas reciben una subvención
estatal, ¿ No serán aquellas que pasen por la medida establecía o
lleven algún tipo de adoctrinamiento? ¿Acabaremos en una sociedad
como la que relata 1984? Es cierto, este tema, me plante a muchas más
preguntas que respuestas.
El audiovisual es un
sector que aunque se englobe en el ocio, sector terciario, es una
industria que genera tanto beneficios, como puestos de trabajo, y
todo un sector secundario alrededor. No hablamos solo de aquellos que
realizan la película entre ellos cineastas, actores, productores o
técnicos, sino el sector de la distribución, los propios cines, las
revistas especializadas y los críticos, la organización de
festivales... Mueve un flujo muy importante económicamente y debe de
dejar de verse para el espectador, como un bien de lujo. La fiesta
del cine, ha movido conciencias y ha vuelto a poner en movimiento la
rueda de asistencia a las salas de forma masiva, pero con una trampa,
que han sido entradas a precios imposibles.
En este caso fallan dos
cosas, una el IVA desproporcionado que hace que no pueda rebajarse
más el precio, y segundo la falta de transparencia y unificación a
todos los niveles. No hay una uniformidad en los precios, en los
Yelmo las entradas no bajan de 6,80 ni el día del espectador,
mientras que en otros un mismo miércoles la cadena ABC puede
ponerlas a 3,90 y kinepolis a 4,90. En cuanto a la transparencia,
parece un tabú hablar de los acuerdos muchas veces no verbales y
abusivos que algunas distribuidoras hacen con la distribución de sus
películas pidiendo precios desorbitados para su exhibición, algo
que debería ser estándar y estar regulado, pues siempre ganarán
las majors, y se perjudicará al más pequeño.
Como hablamos es un bien
de ocio/lujo y que debido a la época económica de crisis en todos
los sectores que vivimos, la afluencia a los cines ha bajado en un
15%, sin embargo mientras las ayudas menguaban, lo que el cine
ingresaba en las arcas publicas en estos momentos dobla lo invertido.
También como comentamos
el cine español, no es la industria audiovisual, pues las
distribuidoras de cine españolas, mueven cine de otros países
también que generan puestos de trabajo y flujo económico positivo.
Es cierto que es controvertido incluir al cine entre los elementos
culturales pues conlleva una connotación de animo de lucro muy
amplia, pues la ayuda para la realización de un film, puede dar
beneficios mucho mayores gracias a temas de merchandising, más allá
de lo recaudado en taquilla. Aún en este caso, los impuestos
generados por este trabajo, y esa venta, darían un flujo positivo
económico indirecto.
Al margen de la temática
del film y su animo de lucro como producto que es, parece obvia la
ayuda a difundir temas culturales, o aquellos que gocen de exclusión
social ( películas como “Solas” o “Barrio”), aquellas que
usan la protección lingüística (“Loreak”), que tocan temas
tabú (“Lasa y Zabala”, “Negociador”) o por su patrimonio
artístico (El rodaje de “El perro del hortelano” y otras series
de época puede ayudar a devolver la plenitud a determinados palacios
o monumentos).
He dado un ejemplo
bastante aleatorio de diversos temas cinematográficos, pues otro de
los grandes tabús, es el propio “cine español”, y en san benito
de los toros y que siempre se hacen películas de la guerra civil y
nadie va a verlas. Debemos proteger una industria que no tiene nada
que envidiar en cuanto a temática a la Americana y que puede dar
productos muy competitivos (“Lo imposible” es algo evidente, pero
“El fin de los días” es totalmente exportable), e igual que
hacen otros países, encarecer el IVA, o la entrada de cine
Norteamericano porque canibaliza las salas. El público no tiene
problemas en pagar 10 euros por “El Hobbit”, pero se lo piensa
antes de pagar 6 por “Magical Girl”.
El cine español necesita
además una protección, para que las películas lleguen a los cines,
o a los medios de distribución, ya sea VOD, para su visionado, y
fomentar la industria local.
Hacemos mucho hincapié
en las subvenciones porque el tema económico siempre es el más
precario, pero evidentemente como vamos dejando pistas en la
argumentación, no es solo de ese tema el que tiene que estar
regulado. Hay que proteger la industria a través de programas de
subvenciones y fomento ( también educativos), regular legalmente la
distribución, y la cuota de mercado extranjero, y proteger a los
espectadores, con regulación en el marco de protección a la
infancia, catalogación de films, etc, sin llegar a modos
dictatoriales, sino más bien orientativos e informativos. Esta
protección también extendida a las diversas lenguas del territorio.
Lo interesante en el tema de la protección también es realizarlo de
manera externa, como la autoregulación del sector.
Como espectadora me han
surgido siempre estas mismas dudas, y las mismas soluciones: bajar el
IVA, aumentar las ayudas y acudir al modelo francés que parece que
funciona, así que a raíz de esta práctica decidí profundizar
todavía más.
Mi primer paso fue acudir
a la fuente de toda ordenación, la constitución, y después a las
leyes que recordaba sobre patrocinio y mecenazgo. Después leer las
leyes sobre regulación cultural (tanto en impuestos como en
regulación de derechos), y por ultimo comparar los modelos de
diferentes países.
En cuanto a “mecenazgo”
actualmente podríamos hablar de manera muy amplia. Permitir que no
solo desde productoras privadas, sino que también grandes grupos
empresariales patrocinen películas o series, es prácticamente
garantía de éxito, pues su venta para televisión y su distribución
están más que aseguradas. Las reducciones fiscales y diversas
ayudas fomentarían más la inversión privada en cinematografía ( y
en general en todos los ámbitos).
El ICAA, plantea ayudas
de muchos tipos (desde ayudas para la participación en festivales,
cortometrajes, a un tema muy importante que es la conservación del
patrimonio cinematográfico) y cubre un margen bastante amplio pero
comparadas con otros gastos, son económicamente inferiores,
sobretodo con el beneficio que general.
A mi forma de ver no es
solo el estado el que debe tener esas competencias, sino como
miembros de la Unión Europea, y por lo tanto supeditados en primer
lugar al marco Europeo, se debe realizar un cooperación grupal, pues
como decimos, las nuevas tecnologías, fomentan una nueva de ver
cine, donde aspectos legales (copyright) y tecnológicos (Internet)
deben estar incluidos también, y regulados por un marco legal, que
permita una difusión global de contenido.
Aunque el modelo del que
siempre se habla es el francés, por su proteccionismo que comparto,
no podemos simplemente mirarnos el ombligo, y una cosa es proteger el
audiovisual propio y otra o abrir el mercado a la aldea global, y a
las nuevas formas de comunicación, que están acortando las ventanas
en los estrenos. La regulación en telecomunicaciones, y servicios
VOD, convirtiendo cualquier plataforma en un videoclub en casa es
mucho más efectiva, al dar más catalogo que la subida de precios
que lo único que crea es rechazo popular.
Otro de los problemas que
ha habido ha sido la digitalización de las salas, es cierto que eso
abarata los costes en la producción y realización de copias, pero
eso ha hecho que todos los cines deban adaptarse a esta forma de
trabajar. Este cambio en el modelo de exhibición ha estado
subvencionado. Las ayudas para digitalizar fondos se han evaporado.
Si la venta en VOD genera mas beneficio, y sobretodo desde la venta
de la primera unidad, algo que no ocurre con el DVD, debemos
enfocarnos en esa forma de exhibición, que funciona bien en otros
países y que el usuario demanda.
¿Pero que ocurre con
estas subvenciones? Como siempre, hecha la ley hecha la trampa.
Fraudes en la proyección de documentales y pelis para obtener las
ayudas (Caso Xavier Catafal) o los rumores de siempre de productores
comprando las entradas para que cuadren los números.
No es obligación, pero
si competencia del Estado crear ventajas fiscales. España ha sido
elegida como plato en numerosas ocasiones, creando beneficios y
descuentos empresariales, se fomenta el trabajo y la movilidad del
capital.
Mi conclusión final es
que como bien que es la cultura, y ocio como es el cine en concreto
dentro de la vida de la población se debe proteger con determinados
derechos y debe recibir ayudas estatales para su protección y
conservación. Mi postura es totalmente proteccionista ya que
considero que como industria estamos en clara desventaja ante otros
países, e incluso en el nuestro propio.
A pesar de hacer mucho
hincapié en el proteccionismo estatal considero fundamental también
el libre negocio, el cine como arte y patrimonio de la humanidad mas
allá de términos económicos. Al tener la oportunidad de leer más
sobre el proyecto MEDIA engloba estos ámbitos de los que hablamos,
tanto de distribución teniendo en cuenta las nuevas tecnologías,
como el de conservación patrimonial, incluyendo además la fase
final de marketing.