Los patitos feos dominaran el mundo, o
eso pretende reivindicar Sandra Bullock, en “Miss Agente especial”.
Una comedia hecha a la medida de la actriz sobre una agente del FBI
muy poco femenina que se infiltra en un concurso de belleza para
evitar un ataque terrorista.
En un momento en el que la figura de la
señorita Bullock estaba de capa caída (Quien le iba a
decir que años después ganaría un Oscar), se
embarcaba como productora en esta comedia por la que nadie daba un
duro (literalmente), ya que el tema de las bondades de los concursos
de belleza y la superficialidad ya habían sido parodiados en
por ejemplo “Muérete bonita” y con bastante más
mala uva.

Un guión basado en la
reivindicación de lo femenino, pues poco importa quien es ese
“ciudadano” a quien pretenden detener, y solo sirve para que la
historia avance, y se nos presenten una serie de absurdas situaciones
sacadas de la “Loca Academia de policía” más
tradicional, a la que no llega ni a parodiar, y con el rancio mensaje
añadido de: Nos encontramos a nosotros mismos donde menos lo
esperamos.
No hay duda que Sandy (como la
llamamos en casa) esta hecha para la comedia, y consciente de que
nunca llegará al trono de belleza, ni de reina de la comedia
romántica que ostenta Julia Roberts, trata de rodearse de
secundarios de lujo, como Michael Cane en esta, la enésima
versión de el Pigmalión de turno. Cane usará
todos sus trucos, no solo para convertir al patito en cisne, con una
salida del hangar tras la transformación tan épica que
solo faltaba el humo de los típicos programas de antes y
después, sino para destacar entre un más que irregular
reparto.
A pesar de todas sus carencias resulta
tan olvidable como divertida y la película entraría en
la denominación de “placer culpable”, porque a pesar de
que sabemos que no es del todo buena, la hemos disfrutado.