Ángeles
En la vida, a veces suceden cosas
malas, unas veces las haces tú, otras veces te las hacen a ti.
Pensar, y afirmar que no tuvieron lugar
no resuelve nada y no las hace desaparecer, por muy profundamente que
las escondas seguirán estando allí, formando parte de
ti.
Una vez has leído una carta que
te ha partido el corazón, no sirve de nada quemarla.
Así que solo puedes pedir una
tregua.
Dejas de darle vueltas al cuchillo por
la noche, y dejas de intentar que eso te eche a perder todo el día.
Esperar la perfección no es más
que darle la espalda a la realidad, de darle mayor valor a lo que hay
dentro de tú cabeza de lo que hay a tu alrededor.
En ocasiones, hay humanos que van más
allá, que investigan en la memoria, que ven como son las cosas
en realidad, pero nadie puede recordar esa visión, así
que lo que hacemos es inventar historias para llenar esos espacios
vacios.
Nos damos la vuelta, y las visiones
desaparecen, así como el recuerdo que fuiste a buscar.
No puedes escribir negro sobre negro,
así que coges un pincel y haces lo que puedes, dándote
cuenta que lo único que haces es cometer errores.
Con el tiempo, apareció un ser
que no trataba de culparse a si mismo, y que llego a creer que lo
invisible y lo visible podrían juntarse, y trato de indicar
como hacerlo, pero ya era tarde.
Estamos en un mundo en el que
necesitamos clasificarlo todo, y la humanidad necesitaba medirlo y
codificarlo.
La humanidad le cambio el mensaje a
este ángel, cogió lo que les dio y lo pintaron de
colores diferentes, distorsionando así lo que era.
Elevaron lo que no entendían a
algo invisible, y lo convirtieron en padre y Rey.
El ser prohibió que se
representara su imagen, incluso la escritura de su nombre, para
borrar toda su presencia, pero ya era tarde.
Le dieron un nombre, para tratar de
darle un sentido rígido a lo que no entendían, tratando
de hacerlo más humano, y le dieron así cualidades
humanas, incluso las más triviales.
Pensaron que si había uno,
habrían muchos, y que sí estos seres no sujetos a las
gravedad podían volar, debían tener alas.
Entonces desgarramos su corazón,
y se perdió en el tiempo, entre lo invisible y lo visible,
porque ya no se comprendía así mismo. Hay hermosura en
lo invisible y paz en lo que no se puede tocar.
Formamos parte de algo mucho más
grande.
En la vida hay momentos en los que hay
que mirar atrás, y eso nos convierte en estatuas de sal,
porque nos dota de una incapacidad de volver a mirar hacia delante.
Esta es una de las realidades y
verdades de la vida: no siempre puede uno decir y hacer las cosas
correctamente, no siempre puedes estar ahí por alguien o
conseguir que alguien este ahí por ti.
Siempre habrá habido acciones
que no tuvieron lugar, emociones que no fueron articuladas del todo,
porque el pasado hecho presente tiene un aspecto diferente a la luz
del brillo del recuerdo con el que lo miramos.
La vida no es una cuestión de
perfección, sino de hacer lo que se pueda en cada momento.
Las cosas tal como fueron, son como
tuvieron que ser. Uno debe confiar en los propios instintos y
olvidar. El pasado siempre señalara con el dedo. Para eso
esta.
Los problemas no se desvanecen
inmediatamente, o a veces ni siquiera desaparecen, la imperfección
y la tristeza son el precio que se paga por estar vivo.
Pueden ser un alto precio, y la vida
por lo general es un forcejeo, en el cual la única solución
parece que pasa por quedarse como uno esta.
Los hombres tenemos almas tan visibles
que apenas dejamos marcas al otro lado, porque nos atamos a nuestro
dolor, a nuestro recuerdo, y corremos empujados hacia la dirección
equivocada, y nos sentimos animados a distanciarnos de lo que es real
y lo que permanecerá.
Hay muy pocas lineas que no se puedan
cruzar, la única cuestión es: cuando damos ese paso.
Todos regresamos al origen, pero para
mi aún no ha llegado ese momento.
Me gusta estar aquí.