Una cinta que lleva por coletilla “la película
en habla hispana más taquillera de la historia de los Estados Unidos”,
aunque sea a modo de estudio antropológico, siempre resulta interesante. Después
de todo, tratar de entender el éxito de estos filmes, es también tratar de
comprender a la sociedad que los ensalza.
No se
aceptan devoluciones cuenta la
historia de Valentín (Eugenio Derbez), un mujeriego y soltero acapulqueño que
de la noche a la mañana se hace responsable de un bebé cuya madre desaparece. Con
el primer objetivo de lograr encontrar a la madre, y luego poder optar a una
vida mejor, el joven mejicano se traslada a Los Ángeles donde comienza una
nueva vida como especialista en Hollywood dedicándose totalmente a su hija
Maggie (Loreto Peralta).
Esta historia
tragicómica, mezcla de clichés, como el retrato de los mejicanos o el sueño
americano, imágenes sensibleras para conmover espíritus y guiños al espectador (solo
hay que ver las fotos de famosos que aparecen con la madre) tiene dos cosas que
la hacen sobresalir sobre el resto de las películas de este tipo: la primera,
el hecho de que es una producción mejicana que podría ser absolutamente americana
y la segunda, es que a diferencia de las americanas no siempre resulta previsible, y mucho menos, su final.
A pesar
de que el argumento pueda no resultar llamativo, o incluso contenga partes que
recuerden a otras películas de adultos reformados o realidades paralelas
creadas para evitar el sufrimiento infantil, esta cinta familiar es muy cómoda
de ver, muy amable, y puede que sea eso lo que la mayoría de espectadores
busquen cuando van al cine en masa.