Alfonso Cuarón un día se
despertaba con un halo verde en su interior, deseoso de proyectar esa
luz al mundo. Esa luz, era la esperanza y consiguió hacerla
Grande.
El color verde denota naturaleza y
vida. Alfonso Cuarón explora esta simbología ante lo
vital y natural en su filmografía y gracias a la luz y
fotografía de Emmanuel Chivo Lubezki explora todas las
tonalidades de pantone para lograr obras visuales de belleza y
calidez automáticas. Este color destaca especialmente en dos
obras del cineasta: “La princesita” y “Grandes Esperanzas”
En ambas películas logra
edificar un lenguaje propio basado en textos ajenos (Dickens en
Grandes esperanzas y Frances Hodson burnett en La princesita) para
crear una obra más intima y personal.
El color esmeralda predomina en casi
todos los fotogramas de ambas películas, ya sea en los lazos
y vestidos de las protagonistas, como en los jardines y parques (
reales o imaginarios) donde ocurre la acción. Este color llena
de ambos films de optimismo: En la princesita, la de una niña
que no abandona el sueño de volver a ver a su padre, y en
Grandes Esperanzas, el deseo del amor sin condición.
La princesita es enternecedora, mágica
y encantadoramente esperanzadora, como todos los vestidos de las
niñas de ese orfanato, porque es lo único que les queda
allí encerradas. También son verdosos los trajes de los
protagonistas de Grandes esperanzas, tanto de niños como de
adultos.
Para olvidarse del mundo entero, de su
dolor y su perdida, la pequeña princesa crea un universo
propio y exótico, como lo era la India en la que vivía
con su padre, e inventa preciosos cuentos y es una ávida
lectora. Mientras la pintura es para el personajes de Ethan Hawke la
manera de entrar en ese mundo imaginativo y de evasión. Ambos
mundos están ligados a los sueños. Son sus particulares
paraísos : los jóvenes de Grandes esperanzas, se reúnen
para bailar en “El paraíso perdido”, descuidado y
selvático, las niñas del orfanato lo hacen en los
recuerdos de la insólita selva india. La vegetación les
lleva a este mundo propio donde se sienten seguros.
Este verde perpetuo en las dos obras,
es la esperanza del ser humano de transformarse y alcanzar sus
sueños gracias al hilo conductor del amor ( ya sea fraternal o
pasional) por más grandes que estos sean.