La reseña de una película debería estar condicionada simplemente al film en si y no a los prejuicios con los que nosotros la veamos.
Durante la
primera media hora y debido a la aprensión que le tengo a
Russell Crowe, no parecía que pudiera disfrutar de la película
y me empeñaba en que como le estaba dando la oportunidad que
nunca le había dado al verla por televisión podía
hacer otras cosas a la vez.
Decidí
que si quería disfrutarla debía centrarme solo en
visionar el film.
Durante el inico, la idea de que iba a ser el aburrimiento que me
esperaba seguía presente, pero contra todo pronostico poco a
poco me fue conquistando, y me fui encontrando con unos sentimientos que para
nada me esperaba.
Un barco lleno
de hombres, una pequeña ciudad de madera, llevaba toda la
carga emocional y dureza de el imperio británico.
Ocurre que nos
encontramos ante ese tipo de películas que como digo algunas
veces, te reconcilian con el cine, y te llevan a otro universo, como su
sobretitulo indica: Al otro lado del mundo.
Una aventura
bélica llena de coraje, de amistad, de sacrificio y de
descubrimiento, y acabarás cautivado.
Si
no os habéis fijado aún en Peter Weir, algo que creo
increíble, seria el momento de que lo hicierais porque os
encontrareis ante uno de los artesanos que mejor saben hablarnos de
cine, tanto en la dirección como es el caso, como en cuanto a
la creación de historias, es por ello que junto a John
Collee adapta varias
novelas de aventuras en el mar de Patrick
O’Brian el
autor más leído del siglo XIX especialista en retratar
las gestas de la armada británica.
Su serie de
veinte novelas sobre el capitán Jack Aubrey y el médico
y naturalista Stephen Maturin fueron la inspiración de la
película.
Además
Weir, tiene en su haber titulos para mi tan interesantes como El show
de Truman, único testigo, El club de los poetas muertos,
Matrimonio de conveniencia, Sin miedo a la vida, La costa de los
mosquitos ( esta película me causa especial tristeza)
Esta primera
media hora que os comentaba y que me dejaba desconcertada, se debe a que no
tenemos una presentación previa de los personajes, sino que
los vamos conociendo sobre la marcha, nos enfrentamos desde el minuto
uno a la acción, algo constante en la película, ya que
asistiremos a un ir y venir continuo del asedio del enemigo, a este
barco, y ese afán por darle caza.
Una increíble
secuencia de batalla entre el Surprise ( nuestro barco) y el Acheron
( el naviero francés que se dedica a atacar buques
balleneros), que deja absolutamente maltrecho a nuestro protagonista
que no es más que el barco, afortunadamente salvado por una
niebla ocasional en este poema hacia el mar.
Es el momento en
el que tras este primer ataque muchos de los hombres acaban heridos y
aparece la figura que capta mi atención, la del médico
naturalista, encarnado por Paul Bettany.
La
manera en la que Russel Crowe se mimetiza con la de un capitán
de barco de la armada británica es espectacular, como si
llevara toda la vida a bordo de uno ( aunque en mi cabeza resonaba
continuamente que era Neozelandés ),
un general lleno de tics, rudo y entregado a la causa, que no deja de
ser un pequeño dictador más cercano al Napoleón
que tanto trata de combatir de lo que el cree.
Un
personaje absolutamente paternalista que ha pasado toda su vida en el
mar ( como veréis en la secuencia del libro)
Más
allá de el carácter bélico, es la relación
de estos dos personajes que se complementan y necesitan.
El
capitán necesita un médico a bordo, y este médico,
se vale de este viaje para explorar un mundo desconocido para él,
nuevo, lleno de conocimiento y descubrimientos, llegando así
en esta huida a las islas galápagos por primera vez, y aquí
es cuando sientes la pasión y emoción de los primeros
descubridores.
Un
personaje maravilloso el de este médico, y una preciosas
relación, que queda desdibujada y marcada por el carácter
belicista de la cinta, supeditado todo al deber, y a lo que es lo
correcto, a un bien mayor, que es la corona británica y el
imperio.
Esa
guerra real, la que hay entre el conocimiento y la guerra, en
encontrar cual de las dos cosas es más importante.
Llegando al punto que toda película de este calado debe tener, nos encontramos con el discurso moral previo a la batalla final, y en este caso tampoco nos libramos, y resulta, porque no, emocionante al dotar a ese trozo de madera de la calidez de un hogar, al convertirlo en un pedazo de Inglaterra, de lo más cercano que estarán de su casa, y como tal deben defenderla.
Dos
puntos muy interesantes del film, además de su cuidada
fotografía ( que gano el Oscar), esa relación en alta
mar, ese disciplina férrea, esa dureza de los hombres del mar,
esa respuesta anímica a la falta de alimentos o agua, al
aislamiento en el mar.
Y
esa relación con los niños, esos pequeños
marineritos a bordo de ese que parece una buque escuela, que les hace
madurar y convertirse en hombres antes de tiempo
Como
os daréis cuenta, no aparecen mujeres en el film, y no por eso
es una película de hombres, sobre hombres hecha para los
hombres, no hay necesidad de un personaje femenino para sentirse
identificado.
Un
barco que es fuerte y frágil, sereno y batallador, luminoso y
tenebroso, descubridor y destructor.. un barco que es al fin y al
cabo, el carácter del ser humano.
Sin duda las secuencias en las que ambos protagonistas tocan esas melodias ( terribles en algunos momentos) son ese punto de unión, además del contrapunto que necesitaba la historia.