Lo bello y lo
triste es una novela del escritor japonés Yasunari Kawabata,
ganador del premio Nobel de literatura en 1968.
Esta fue su
última novela, y como en el caso del metacine, nos encontramos
con una novela semi autobiográfica, ya que narra la historia
de un escritor.
La historia
tiene lugar durante el siglo XX, entre la ciudad de Kioto y el pueblo
de Kamakura.
Pasando de
primera a tercera persona continuamente, por lo que sentimos al
narrador omnipresente en todo momento.
Este escritor
que tiene en su haber miles y miles de páginas, este hombre
que ha sido premio Nobel, y una figura tremendamente reputada en su
pais, se suicido a los 72 años de edad.
A pesar de las
más de 12 mil páginas publicadas, su multitud de
cuentos, y sus articulos, no redacto ni usa sola letra, ni una nota
que ayudara a comprender su decisión.
Esta obra se
mueve entre la ternura y la obsesión, la serenidad y el
arrebato, es el libro cumbre de la literatura de Kawabata, y esta tan
cargado de sensualidad que convierte el mero ajuste de un obi en algo
infinitamente erótico y perverso.
El personaje
principal es OKI un novelista de gran fama, y gran conocedor de la
literatura japonesa, sobretodo de las letras clásicas.
Le debe su fama
a la novela “ Una chica de dieciséis”, obra autobiográfica
que narra el trágico romance entre él y Ueno OTOKO,
estando ya casado y siendo padre de un niño.
Años más
tarde, pasados los 50, viaja a la ciudad de Kioto, con la excusa de
el deseo de escuchar las campanas de los templos el día de año
nuevo, pero con la esperanza y deseo de encontrarse con este viejo
amor, al que le destrozo la vida.
OTOKO es ahora
una renombrada pintora, aunque lleva sobre sus espaldas la losa de
ser reconocida en esta novela, y señalada, ya que tuvo un
romance con un hombre casado que le doblaba la edad, que finalmente
acabo en tragedia
Un hombre de 50
años preso de la soledad, deseoso de volver a ver el rostro de
la niña a la que amo en su juventud, a la que le enseño
todo del amor y el sexo, al ser el primer hombre en su vida.
Se muestra
convencido de que esa mujer seguirá amándoles a pesar
de lo ocurrido, de abandonarla cruelmente. Los primeros amores son
así.
OTOKO, durante
estos años ha engendrado en su pecho un sentimiento de
melancolía y soledad, una pena extrema de la que ha nacido su
arte.
Ella misma se
pregunta si él todavía la ama, o simplemente es la
idealización de el personaje de una novela, cargado de
sensualidad y erotismo, en el que el autor había volcado toda
su pasión dotándola de gran belleza, la suficiente para
que la sociedad viera una hermosa historia de amor, y no a un hombre
de treinta y algo con una niña de 16.
Tranquilos que
con esto no os estoy haciendo spoiler. Que os queda mucho para sorprenderos.
OTOKO, ha
acogido bajo su techo a KEIKO una jovencisima aprendiz de pintora,
con un carácter terriblemente rebelde, incorregible y muy
violento.
Tras conocer
toda la historia, solo arderá en su mente un deseo: Vengar a
su maestra.
Lo cierto es que
aunque puedes ir averiguando sin ningún tipo sorpresa cada
punto de la novela, a mi me fue resultando sorprendente y bastante
arriesgado.
Me explico, sin
desvelar parte de la trama.
Nos encontramos
con una sociedad japonesa, muy preocupada por la apariencia, y por
ocultar sus emociones, y todo lo que encontraremos aquí con
sentimientos a flor de piel, y escenas terriblemente dramáticas.
Mezcla esa
tradición japonesa que pudimos ver en memorias de una Gheisa,
esos kimonos pintados a mano, esa forma de arreglarse, esos baños
largos, esos peines de plata, los ceñidores..
pero también
la modernidad y libertad de estos artistas, en un nuevo Japón,
donde se admira tanto a un escritor como a una pintora.
Se dedica largo
rato a la descripción de estas pinturas, y a pesar de
imaginártelas con todo detalle, no es esto lo que cautivará
y dejará volar vuestra imaginación, sino que lo
lograrán los pequeños momentos.
Por ejemplo, en
determinado momento, un personaje abrirá una ventana en un
templo, típica construcción de papel de arroz, para ver
como tañen las campanas y vera la torre donde estas se
encuentran así como la gente agolpandosé en la plaza.
Y no necesitaras
nada más para que tu imaginación se transporte a ese
lugar, a esos templos que tantas veces hemos visto en las películas
y veamos a esos niños llevando pequeños petardos en una
plaza llena de gente.
Todas las
pasiones que esconde el alma humana quedan reflejadas en la novela,
aquellas más puras profundas: el amor, la venganza, la
sensualidad, la soledad, la culpa..
Otoko, la
pintora, es el retrato clásico de la mujer que espera a su
amante a pesar del daño que la ha causado, y que no duda en
que al final vendrá a buscarla. Una mujer capaz de amar,
sufrir y perdonar.
Destacamos a
Keiko, la discípula, ella con una personalidad totalmente
inestable, teje una tela de araña para no solo vengar a su
mentora, sino acabar con la masculinidad.
Aunque como
todos, Keiko había leído la novela, se sintió
decepcionada, pues igualmente ella también había
idealizado al escritor, viendo en el es súmmum del amor
verdadero.
Si pensáis
que el universo femenino retratado por el autor se queda aquí,
estáis muy equivocados, tenemos además el personaje de
FUMIKO, la entonces esposa del escritor, con un niño pequeño,
siendo absolutamente consciente de todo lo que pasaba, conocedora de
la infidelidad de su marido, callada, volviéndose loca,
celosa.
Que debe sufrir
este golpe amargo del engaño dos veces, la primera cuando
ocurre, y la segunda cuando su marido escribe la novela, en la que
apenas aparece. Se siente incluso celosa, de no estar retratada en
ella como la esposa sufridora.
Todas estas
mujeres, cada una a su manera, expresan un tipo de amor diferente.
Esta novela
reflexiona sobre la belleza, tanto corporal como en el arte, y
explora la condición humana del amor y los celos, pero también
de el perdón, de las crueles situaciones de la vida y como
somos arrastradas a ellas.
Porque el amor
muchas veces destruye todo lo que toca.
Intrigada me encuentro con la película: