EL SILENCIO DEL PANTANO: CRITICA #MADEINLATERRETA

MADE IN LA TERRETA

El Silencio del pantano

¿Por qué mata?

Por Que puede.

El silencio del pantano es la primera película para pantalla grande del director Marc Vigil (conocido por las series de televisión como “Malaka”) ambientada en Valencia, y basada en la novela del mismo titulo del escritor valenciano Juanjo Braulio. Cuenta con los actores Nacho Fresneda del "Ministerio del tiempo", Pedro Alonso de “La casa de papel” y Carmina Barrios, para hablarnos de la oscuridad y la corrupción del alma humana en la ciudad del Turia.

No es acaso esta una de las preguntas más interesantes y vitales que siempre se hace el ser humano: ¿Matarias si no hubieran consecuencias?

Esta es el tipo de oscuridad del alma que Marc Vigil quiere y retrata en su primer largo para la gran pantalla después de un recorrido impresionante en televisión. 

“El silencio del pantano” basado en la novela de Juanjo Braulio nos muestra una Valencia llena de luces y sombras, como ese pantano que Vigil nos muestra en la película y deja constancia de esta tierra llena de fango, donde puede brotar también el alimento. No es paella pero es un thriller con cosas. Vigil nos aproxima a esas anguilas de la sociedad valenciana, a esos parásitos del pantano que a veces solo tratan de sobrevivir, pero también a esos hermosos albatros que vienen a sus aguas a descansar sin importarle todo lo que hay en su interior.

El argumento basado en la novela nos muestra a “Q”, un periodista y escritor de novela negra, con éxito y una buena reputación. Los libros de “Q” relatan unos terribles y sangrientos asesinatos utilizando de telón de fondo la corrupción política en especial en la ciudad de Valencia y hace un retrato de la maldad humana, que no deja de estar relacionada con esta oscuridad y este momento en el que el mismo poder te ciega. Los problemas empiezan cuando los crímenes que relata en sus novelas dejan de ser ficción y empiezan a ocurrir en la realidad.

Vigil, con un inicio más que potente nos presenta a “Q” y como vive en un mundo (el de la cultura y sociedad valenciana) en el que se mueve y que a la vez observa como un sociólogo clasificando la fauna que allí habita. Una fauna en la que ha aprendido a sobrevivir, donde a veces te alaban y otras te repudian, siempre dependiendo de lo que pretendan conseguir de ti y el estatus que tengas en ese momento. Lo hemos vivido, tanto en compañeros, como en primera persona. Hemos visto a esas sanguijuelas con cara de hombre, sacarte del circulo de confianza en una conversación,  e ir como auténticos mastodontes pisando a cada una de las pequeñas criaturas que habitan ese mundo claro oscuro que es la cultura.

Pero lo que destacan son sin duda las actuaciones de tres titanes, cada uno en su papel, en su linea, y en su propio drama.  Pedro Alonso, Nacho Fresneda y Carmina Barrios son el trio protagonista de este oscuro Thriller, tres palos oscuros que reman hacia el mismo abismo.

No hemos visto “La casa de papel” pero somos conscientes de que Pedro Alonso es una estrella gracia a la serie. Que “Berlin” a roto moldes y ha llevado la ficción española a medio mundo, creando un fenómeno sin igual. Pero Pedro es cercano en las distancias cortas y hermético y errático en la pantalla. El actor muestra con rostro casi imperturbable hasta el final, como asimila los hechos, como integra piezas como si de un puzzle se tratase y como se convierte en justiciero, abogado y ejecutor, en pos de un bien mayor llamado literatura.

No estar condicionados por su personaje de Berlin, o su carisma televisivo nos ha hecho ver a Q como un ser propio, con entidad ligera y secreta, y con una vida interior tan rica como las letras. La literatura y la ficción se confunden de forma precipitada, ensangrentada y diabólica, y nos recuerda a esa obra que se estreno hace unos años, “El ciudadano ilustre”, que también relataba la vuelta a los orígenes del escritor, la muerte, la mentira, la envidia, y la literatura convirtiéndose en realidad fingida.

Quien es de valencia sabe de sobra que el agua llegaba hasta la calle Las barcas, donde esta el teatro principal, y que al final de la calle Colón esta la puerta del mar. El agua, el fango, el pantanal, llegaba hasta la mitad de la ciudad. Una urbe que hemos ido construyendo sobre ese fango. Una ciudad que como París o Roma, se ha construido alrededor de un río, que ahora no es más que un cauce, un falso río para una ciudad, que esta recogiendo todavía los platos rotos de la corrupción, y eso es lo que Juanjo Braulio transmitir en su novela, y Vigil ha plasmado visualmente con el beneplácito absoluto del autor.

Mal que nos pese, una ciudad bajo la sombra del Cid que fue un reino antaño y que ahora se doblega ante el sonrojo de parques temáticos que funcionan para rodar documentales alemanes, y la construcción de edificios que abonan el orgullo, la codicia y el odio. La película  inspirada en la novela de Juanjo Braulio, del mismo nombre : El silencio del pantano, se ambienta en esta Valencia actual, que recoge el testigo de esos años entre dorados y oscuros, y que recoge los pedazos de esa corrupción y ese malestar ciudadano. Los personajes principales son justamente aquellos de los que deberíamos alejarnos. Entes nada recomendables, que podrían ser de cualquier lado pues la oscuridad del alma no conoce patria, y la ambición y la falta de escrúpulos florecen en cualquier parte alimentada del ego.

Sin embargo es ese pantano, esa oscuridad del arrozal que todo lo fagocita, y que no deja ser felices a los de la mala sangre encarcelados entre esos muros que son las barracas encaladas que nos narro Blasco Ibañez con el mismo blanco que hoy nos deja Calatrava y bajo un sol que dota de una luz especial como la que solo pudo plasmar Sorolla en las marismas y la Malvarrosa.

Un entorno que cambia y se mantiene creando un vinculo con el pasado, mezclando realidad y ficción y arte con locura. Nuestro protagonista Q, un artista de las letras siente un absoluto desapego por la humanidad, y aborrece esos cimientos sobre los que se ha creado esta ciudad, mientras trata de sacar adelante su tercera novela, cargada de todo lo que le preocupa, como si así pudiera exorcizar sus propios demonios y liberarse de ellos.

Ese es posiblemente el mayor logro del film, que Pedro Alonso, como Q, transmita esa lejanía hacia el espectador, esa ambigüedad y hermetismo, y que no nos permita ver si es el protagonista o un mejor demiurgo de los hechos.

Junto a este escritor maldito tenemos la potencia de dos grandes pesos pesados de la actuación con son Nacho Fresneda en un personaje tremendamente feroz, agresivo y superviviente, un autentico animal salvaje al servicio de una Carmina Barrios potente y descarada, como matriarca, dispuesta ha hacer lo que haga falta para mantener su estatus.

Marc Vigil teje con maestría una trama oscura sabedor de como funciona los mecanismos de la televisión en los que es ducho, e imprimiendo ese carácter de cine coreano del que sin duda es fan y del que se ha empapado, donde el ritmo frenético hace que todo se precipite hacia el fango más real. 
No sabemos si es un asesino justiciero, si un vengador que piensa que la letra con sangre entra, o si la coartada literaria puede servir para todo, es un secreto que el propio espectador tendrá que descubrir cuando la maldad de acumule y solo pueda acabar de una manera: Explotando.

Queremos destacar además la música de Zeltia Montes que ayuda a que este film sea así de tosco y áspero, captando de forma eléctrica esa naturaleza sobre la maldad. Un film imperfecto pero demoledor, porque puede serlo.

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Dirección:

Marc Vigil.

Intérpretes:

Pedro Alonso, Nacho Fresneda, Carmina Barrios, Maite Sandoval, Àlex Monner, Javier Godino, José Ángel Egido, Raúl Prieto, Zaira Romero.

Guion:

Sara Antuña, Carlos de Pando sobre una novela de Juanjo Braulio.

Fotografía:

Isaac Vila.

Música:

Zeltia Montes.

Nacionalidad:

España

Duración:

86 minutos.

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