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martes, 23 de julio de 2013

El último Elvis

 

Como nadie puede ser Marilyn Monroe, nadie puede ser Elvis Presley
Te pones tú mejor traje, el azul y blanco, para el show final
Carlos tiene una obsesión enfermiza con Elvis, y en realidad es una persona tristisima.
Hasta el punto de vivir su vida creyéndose la reencarnación del divo de Memphis
Llamando a su esposa Priscila, y teniendo una niña a la que llama Lisa Marie, y la hace comer sandwiches de mantequilla de cacao con plátano ( los favoritos de la Lisa Marie original)

Pero como todo en esta vida, implica tomar decisiones y que aceptemos el coste de oportunidad.
Carlos, es decir Elvis, se verá obligado a decidir que hacer con su vida totalmente planeada al estilo del rey.
Un accidente le pone al cargo de su hija pequeña.
Olvidará “sus sueños” y encontrará uno nuevo como padre?


Armando Bo(al parecer nieto) del que yo no había visto nada, dirige y firma el guión junto a Nicolás Giacobone. En la producción se encuentra Gonzalez Iñarritú.

Margarita López es la pequeña niña, robaplanos y roba corazones.


A pesar de que no soy seguidora de Elvis, sí conozco sus canciones, que sonaron una decena de veces durante el film, sin resultar “un pegote” impostado, y sí es cierto que las tarareaba (las que me sabia) cuando sonaban, de estas que te da un vuelco el corazón cargado de nostalgia al escucharlas.
Nuestro Elvis no se parece al original ni por asomo, ni aunque trate de engordar, y seguir al milímetro su vida, pero te personifica de una manera absolutamente fiel a su ídolo, y los confundes, sobre todo en el escenario. Le comprendes.

Bien podría ser un psuedo documental del patetismo de este hombre, y el modo en el que ha decidido vivir la vida.
Te conmociona la determinación, y el drama que los mitos y esta mitificación puede lograr en uno mismo, de tomarse demasiado en serio.
La fidelidad a uno mismo
Durante algunos momentos es tan extraña y excéntrica, y en otros tan tierna y sentimental, que te mueves en ese mar de emociones, unido a la incredulidad de un final que vas atisbando pero que tú lógica no te permite creer.

En realidad es una película muy tierna y conmovedora. No sé porque, pero los personajes patéticos siempre nos producen ternura, porque en parte todos nos hemos preguntado alguna vez como seria ser otro.

Esta historia tan aparentemente simple, contada con esta sencillez en planos, marcando mucho los ambientes, los detalles, y usando magistralmente planos secuencia (que bien queda usar la palabra magistralmente siempre) te deja pensando cuando sales de la sala, sobre las obsesiones, los mitos, la familia, el destino.

Películas sobre Elvis hay muchas, y sobre perdedores, muchas más...
Lo que nos puede aportar esta película podría ser la objetividad, ya que no trata de juzgar al personaje, y podrás empatizar más o menos con él, pero no es juzgado..
También, ese punto en el que dejamos morir los sueños e ilusiones ( qué tan triste puede ser que estos los trunque la ¿familia?)

Personalmente nos da que pensar y nos toca el alma.

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