“Estaba claro que el cine tenía que ser el medio de expresión que yo terminaría eligiendo. Me permitía explicarme en un lenguaje que superaba las palabras, de las que yo carecía; De la música nunca fui un maestro, y la pintura no me conmovía”
Estas es la maravillosa cita con la que David Thomson abre su libro “Instrucciones para ver una película”, publicado por la editorial “Pasado&Presente”, y no podemos estar más de acuerdo.
El cine, o más concretamente hablar de cine se ha convertido en nuestro medio de expresión pues no sabemos comunicarnos con el mundo si no es de esta manera. Una cita de apertura acertada para introducirnos lentamente en el mundo que Thompson nos va a ir desgranando.
Como siempre lo primero es agradecer a Alfonso (www.elpalomitron.com) que nos diera esta oportunidad, y a la editorial Pasado &Presente por la posibilidad de colaborar.
Estábamos nerviosos antes de recibir el libro, pues nunca sabes por donde va a salir un libro que hable de cine. Por lo que quedamos maravillados cuando “Instrucciones para ver una película” llegó a nuestras manos.
No pudimos resistirnos a abrirlo rápidamente para encontrarnos con referencias a “Eva al desnudo”, “Rebelde sin causa” o “El padrino” y con eso ya nos había ganado.
¿Porque “Instrucciones para ver una película” de David Thomson es tan interesante?
Porque ayuda al espectador a conocer y analizar el lenguaje de cine, que a veces le es ajeno. De forma sencilla.
Vamos a explicar lo que queremos decir, con una pregunta :
¿Son necesarios los críticos de cine? Esta pregunta es muy valiosa.
El espectador debe valorar lo que le gusta y lo que no de la gran pantalla, y ningún critico esta en posesión de la verdad absoluta de decir que película te debe gustar o no.
Esa no es su función.
Por lo general, las películas cuentan una historia, pero con diferentes capas. Ademas de la historia que vemos en pantalla, hay varios niveles, donde a través de la fotografía, la escenografía o la puesta en escena, pueden contarnos dos cosas a la vez.
No hace falta conocer todos estos niveles para disfrutar de una película, pero ¿ y si los conociéramos no sería una experiencia mucho más rica?
Nosotros siempre recomendamos leer las criticas a posteriori. Pues es entonces cuando el critico, que ha visto mucho más cine que el espectador medio, y con suerte sabe de color, arte, puesta en escena, historia del cine, etc... puede ayudarnos a desvelar esos códigos ocultos.
¿Porque el uso de los espejos?¿porque ese color azul?¿porque esa silla vacía?
“Instrucciones para ver una película” de David Thomson, nos ayuda a no olvidarnos de esas técnicas a los profesionales, y de forma sencilla muestra esos pequeños trucos al espectador.
Ahora, como diría Nietzsche “El critico ha muerto, viva el cine”.
Durante la presentación del libro en el Festival de Sitges |
David Thomson nos acompaña a través de la historia del cine, de la evolución del séptimo arte en primera persona, a través de sus vivencias cargadas de nostalgia y cariño, y sobretodo es el capitán de una travesía sobre la manera de entender y disfrutar del arte audiovisual.
Convirtiéndose así en un manual para expertos y neófitos que deseen una aproximación clara y concisa a como interpretar un film, disfrutando sobretodo y principalmente de lo que es este arte: entretenimiento.
¿Quién es David Thomson?
Pues el autor que nos acompaña a través de esta historia que no es otra que la evolución del séptimo arte y nuestra manera de entenderlo.
El británico David Thomson, como destacado critico e historiador de cine hace un repaso de la historia a través del cine (que es diferente a un repaso de la historia del cine) pues nos muestra como la forma de ver el mismo a cambiado, incluso la manera en la que este representa la realidad.
Desde la emoción del visionado conjunto, esa energía generada en la sala de cine que eran principalmente teatros, hasta llegar a nuestros días con la multitud de pantallas, y canales de televisión (nombrando incluso netflix).
Una de las cosas que más me han gustado o llamado la atención ha sido esa narración en primera persona. Ver como el autor crecía con el cine, se dejaba llevar y se dejaba enamorar con cada película. Como su corazón se llenaba y palpitaba de manera emocional, y como el cine al fin y al cabo era un reflejo de la vida.
Acabas queriendo más, en mi caso haciendo una larga lista de películas pendientes por ver, por revisar, pero nada más.
Tal vez como espectador, sienta que me he emocionado al sentir lo mismo que el autor ante la energía que se genera en las salas de cine, pero como critico echo en falta un análisis mucho más profundo, mas volcado en la forma y el fondo del arte. Algo que el lector medio no notará y disfrutará enormemente.
Es emocionante como habla de disfrutar del cine en soledad y que eso permite tener ese momento de comunión, en el que las luces se van encendiendo de manera tenue y poco a poco para dejar que nos sequemos las lágrimas de la emoción, ternura o rabia, y volvamos a la realidad.
Gracias a Thompson he leido una de las más lúcidas reflexiones sobre el análisis fílmico cuando lo compara con el arte de conducir. Es cierto que como mero pasajero, es decir espectador, puedes simplemente disfrutar del paisaje y del viaje, nada más, aquí estaríamos ante el “viajero” habitual, ante un simple espectador casual, que no ve más allá. Pero un verdadero critico, es decir el verdadero conductor no solo mira la carretera, sino también las señales, y los coches que tiene alrededor, es decir las referencias de conducción, o en esta gran metáfora, las referencias cinematográficas. Mira además lo que hacen otros autores/conductores, y por su puesto no pierde de rastro su rumbo.
Me ha parecido la forma más gráfica y hermosa de hablar del arte del visionado en profundidad de las películas, tomando como referencia no el propio viaje cinefilo, sino toda la carretera.
Thompson se lanza de lleno a contarnos sus primeras incursiones en el cine, sus experiencias y como ve él este arte.
Como con el paso del tiempo el cine de crítica social al empezar a llamarse "cine negro" por su temática, dejo en segundo plano o de manera más ensombrecida ese interés del autor de reseñar los fallos de la sociedad en la que vive. Algo que tal vez se le escape también al espectador final entre persecuciones, robos y corrupción.
Pero que sin duda esta ahí.
Algo que también quedaba en entre dicho cuando se nos mostraba una sociedad feliz a través de la televisión con programas como " I love Lucy".
Thomson, que ha trabajado como critico
en The New York Times y Film Comment empieza cada capitulo con una
pregunta, para estimular al lector/espectador a mirar más allá de
la propia imagen. Al autor le gustaría que el lector/espectador no
fuera un simple observador, y que se sintiera estimulado por la
historia, hasta el punto de querer saber más. Para ello, y es algo
que resulta tremendamente ameno, Thomson se vale de multitud de
ejemplos de sobra conocido, desde "M, el vampiro de Düsseldorf" (donde
analiza como seria una actitud totalmente reprochable la del asesino,
mientras que en la pantalla la vemos con una cierta distancia) hasta
películas conocidas de Welles, o Antonioni.
Además para completar el conjunto y
dar una visión más amplia, habida cuenta de que la forma de abordar
la experiencia cinematográfica ha cambiado, el autor no deja de lado
las series de televisión. Es decir, el pequeño formato, que en
estos momentos compite, sin ningún pudor, en calidad artística con
la gran pantalla, y cuenta incluso con un mayor número de
aficionando. El autor, lo hace citando series tan conocidas como
Homeland, Breaking Bad, o True Detective.
Nos habla de esa dualidad que no es
sino otra de las claves del cine, y es que no siempre es una
experiencia agradable o cómoda, que en ocasiones incomoda al
espectador y lo hace revolverse en la butaca, y sobretodo que hay una
parte diferenciada de ficción y realidad, empatizando si cabe con
situaciones bastantes complejas de la vida que son llevadas a la
pantallas.
También nos retrata acercándose a
diversos trabajos cinematográficos y televisivos el paso del tiempo
y la relación entre la representación de la sociedad a través de
la pequeña y gran pantalla (como comentábamos al principio sobre el
cine negro, surgido en un principio por una necesidad social).
Thompson, como él bien muestra, se
siente un poco desencantado con el paso del tiempo, y como en una
relación amorosa (ejemplo, que él mismo utiliza) siente como esa
magia de los primeros años se ha perdido. Que si tal vez su amor
por el séptimo arte no ha menguado, ahora lo ve de otra manera, como
un amante que cuando despierta tras una noche de pasión se da cuenta
de la idealización del modelo audiovisual no era tal y como creía.
Que esté, se ha convertido en algo más cercano y humano.
Los puntos fuertes de Thomsom, con los
que coincidimos en el libro, son aquellos en los que habla de las
películas y las defiende a capa y espada, sin pararse a pensar si
son buenas o malas, pues eso debe decidirlo el publico, es algo mucho
más subjetivo que viene marcado por las experiencias y gustos
propios.
Pero el autor trata de transmitirnos que el montaje, el
tratamiento de la imagen y la puesta en escena que son en esencia
los elementos principales que crean la sensación de unidad en el
film, y por lo tanto esenciales.
visualmente y tematicamente espectacular |
Como os remarcábamos al principio, cuando
Thomsom habla del cine negro, como la deriva lógica del cine social
de la época, lo que quiere evidenciar el autor, es el uso de las
películas como reflejo de una época. El cine, como expositor del
paso del tiempo, como ejemplo de cambio de los tiempos, así como de
la tecnología y de los gustos, incluso más de lo que nos gustaría
admitir.
Como en “Vértigo”, el pasado es
relativo, aún cuando las imágenes nos evoquen a él, y el cine es
esa delgada linea que divide fantasía de realidad.
Es por ello, que como dicen en Drácula, en
el momento de entrar en la sala oscura, entre sin miedo y : “Deje
parte de la felicidad que trae”, pues ese es el lugar donde
empiezan los sueños, empieza la fantasía, y debemos dejar la
realidad atrás.