Como nadie puede ser Marilyn Monroe,
nadie puede ser Elvis Presley
Te pones tú mejor traje, el azul y blanco, para el show final |
Carlos tiene una obsesión
enfermiza con Elvis, y en realidad es una persona tristisima.
Hasta el punto de vivir su vida
creyéndose la reencarnación del divo de Memphis
Llamando a su esposa Priscila, y
teniendo una niña a la que llama Lisa Marie, y la hace comer
sandwiches de mantequilla de cacao con plátano ( los favoritos
de la Lisa Marie original)
Pero como todo en esta vida, implica
tomar decisiones y que aceptemos el coste de oportunidad.
Carlos, es decir Elvis, se verá
obligado a decidir que hacer con su vida totalmente planeada al
estilo del rey.
Un accidente le pone al cargo de su
hija pequeña.
Olvidará “sus sueños”
y encontrará uno nuevo como padre?
Armando Bo(al parecer nieto) del que yo
no había visto nada, dirige y firma el guión junto a
Nicolás Giacobone. En la producción se encuentra
Gonzalez Iñarritú.
Margarita López es la pequeña
niña, robaplanos y roba corazones.
A pesar de que no soy seguidora de
Elvis, sí conozco sus canciones, que sonaron una decena de
veces durante el film, sin resultar “un pegote” impostado, y sí
es cierto que las tarareaba (las que me sabia) cuando sonaban, de
estas que te da un vuelco el corazón cargado de nostalgia al
escucharlas.
Nuestro Elvis no se parece al original
ni por asomo, ni aunque trate de engordar, y seguir al milímetro
su vida, pero te personifica de una manera absolutamente fiel a su
ídolo, y los confundes, sobre todo en el escenario. Le
comprendes.
Bien podría ser un psuedo
documental del patetismo de este hombre, y el modo en el que ha
decidido vivir la vida.
Te conmociona la determinación,
y el drama que los mitos y esta mitificación puede lograr en
uno mismo, de tomarse demasiado en serio.
La fidelidad a uno mismo |
Durante algunos momentos es tan extraña
y excéntrica, y en otros tan tierna y sentimental, que te
mueves en ese mar de emociones, unido a la incredulidad de un final
que vas atisbando pero que tú lógica no te permite
creer.
En realidad es una película muy
tierna y conmovedora. No sé porque, pero los personajes
patéticos siempre nos producen ternura, porque en parte todos
nos hemos preguntado alguna vez como seria ser otro.
Esta historia tan aparentemente simple,
contada con esta sencillez en planos, marcando mucho los ambientes,
los detalles, y usando magistralmente planos secuencia (que bien
queda usar la palabra magistralmente siempre) te deja pensando cuando
sales de la sala, sobre las obsesiones, los mitos, la familia, el
destino.
Películas sobre Elvis hay
muchas, y sobre perdedores, muchas más...
Lo que nos puede aportar esta película
podría ser la objetividad, ya que no trata de juzgar al
personaje, y podrás empatizar más o menos con él,
pero no es juzgado..
También, ese punto en el que
dejamos morir los sueños e ilusiones ( qué tan triste
puede ser que estos los trunque la ¿familia?)
Personalmente nos da que pensar y nos
toca el alma.