El festival de cine on-line del Atlántida Film Festival, de Filmin, nos llega via @cinemaadhoc
no os perdais la reseña original en la página:
http://cinemaadhoc.info/2013/04/criticas-compliance/
Sometimiento, autoridad y otras hierbas.
Basada en hecho reales, esto es lo
primero que te muestra en grande y de forma contundente la
claustrofóbica cinta de Craig Zobel, y así es como entras de lleno en el
drama, es gracias a esta afirmación tan rotunda por lo que en ningún
momento dudas completamente de la verosimilitud de los hechos narrados.
Eso ocurrió así, tal y como te lo están contando, y ésta es la manera en
la que el autor se cierra en banda a posibles preguntas, a que como
demiurgo de la obra que es no te cuestiones el porqué de lo ocurrido
(como le ocurre a los personajes), a que no te saltes del guión
establecido y a dejar que el director te lleve por el camino que quiere,
por increíble que parezca, y así, finalmente, todos nos sentimos
cómplices de lo que ocurre porque ninguno hacemos nada por evitarlo,
todos somos culpables, todos somos víctimas.
Becky (soberbia Dreama Walker) es una
joven como otra cualquiera, trabaja en un establecimiento de comida
rápida y no se mete en más líos de los necesarios, pero cuando, a través
de una llamada de teléfono es acusada y retenida por robar dinero a una
clienta comenzará una pesadilla para ella, una espiral de sin razón
producida por una situación incómoda en la que nadie hace nada. Sandra
(Ann Dowd) es la encargada del restaurante, que movida por “hacer lo
correcto” no dudará en colaborar para solucionar el problema lo más
rápido y fácil posible. En esta ocasión el problema no está en
cuestionarse la calidad de la comida o del servicio, ni en lo facilón de
la metáfora del fast food como referente de esta sociedad que no se
para a mirar en lo que pasa en su trastienda y de un sistema absorbido
por la rapidez, sino en esa reacción de terror ante la posibilidad de
que pase algo así, ante la impotencia de no saber frenar la violencia y
de que la autoridad que debería protegernos pueda servir para
controlarnos e intimidarnos.
Compliance
juega además con el miedo que tenemos a perder nuestro trabajo, con el
deseo establecido de cumplir las normas, y el no cuestionarnos las
cosas, para convertirnos en sujetos de una estupidez máxima, que tienden
a la irracionalidad y seguir al rebaño, a acatar la normativa sin
cuestionarnos nada si son sometidos ante una situación de estrés.
La dirección es hipnótica, obsesiva con
los detalles, y tan mecánica como la automatización de los procesos de
trabajo en las cadenas de montaje. La exageración hasta que casi
perdemos la conciencia de lo que es real es continua, se mueve en esa
frágil línea mental de los límites que podemos llegar a sobrepasar
cuando nos vemos amparados en la ley, en la autoridad establecida que
nadie cuestiona, en algo tan fácil como excusarse en la ignorancia, pero
¿qué ocurre cuando no puedes confiar en la autoridad? El argumento
opresivo se estanca, eso sí, en su parte central porque no puede
ofrecerte mucho más que ese almacén, complejo mecanismo de relojería,
orquestado gracias a la credibilidad de los actores, que te deja con una
sensación de furia e impotencia.
Su proyección en Sundance 2012 levanto
ampollas y a más de un espectador de su butaca. Es una cinta fuerte sí,
incomoda también, pero no en el sentido brutal de lo que muestra, ya que
la mayoría de las veces sólo se intuyen algunos hechos sino por su
capacidad de sugestión, por apelar a lo aterrador de nuestra
imaginación, tan hipnótica que no puedes apartar la mirada. Compliance permanecerá durante largo tiempo en nuestras retinas.