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martes, 20 de junio de 2017

[CRITICA] DESPIDO PROCEDENTE

despido procedente la princesa blogEl mundo empresarial y sus altas esferas y bajos fondos siempre han sido cinematográficos, desde “Wall Street” hasta “El lobo” que allí habitaba. Las corporaciones chupándonos la sangre y la vida, siempre han tenido su hueco en el firmamento audiovisual, dispuesto a resaltar todas sus partes más oscuras. Desde los malos tiempos que sufre nuestra economía y recordando a aquel cine de los 80, la visión cinematográfica de las grandes corporaciones es espeluznante.

Asistimos al festival de Málaga de cine en español, en el año que se abre a Latino América y a todo aquel mercado de habla hispana tan importante para la industria, y allí coincidimos con Imanol Arias, protagonista de “Despido Procedente”, una coproducción hispano-argentina está dirigida por Lucas Figueroa (Viral).
Imanol nos da un discurso sobre los tiempos que nos han tocado vivir, los tipos rudos, y como las corporaciones devoran al hombre pequeño. Salimos de allí sin haber visto el film y sin entender nada de nada.

Javier (el personaje de Imanol Arias) se encuentra en un momento crucial de su vida. Tras unos sucesos que le marcaron en España reside en Buenos Aires y se enfrenta a una semana critica en su trabajo, pues están realizando recortes de plantilla. Un hombre integro que siente que esa integridad le hace poder compaginar la más alta eficiencia empresarial y las buenas prácticas. En ese terrible momento de crisis empresarial comienza a competir por su puesto de trabajo con otro compañero mucho más joven que él y por supuesto más ambicioso (Hugo Silva) que no dudará en utilizar los medios a su alcance para llegar a los más altos puestos directivos.
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En esta circunstancia excepcional de trabajo, Javier sufre un altercado. Una mañana conoce a un hombre misterioso (Darío Grandinetti) que le acosara trastocando por completo sus planes y su tranquilidad, convirtiendo su vida en una autentica pesadilla.

Una oficina al final del día es como una jungla, llena de personajes extraños movidos por sus propios intereses a cuales más oscuros. Cuanto más alto subes más alejado de la realidad te encuentras, y más ajeno a los problemas de la gente corriente. Esto es algo contra lo que lucha el personaje de Imanol Arias, empeñado en que los recursos humanos, sean eso, precisamente más humanos y el coste empresarial no lo acaben pagando los empleados, incluso a costa de su propio puesto. Las empresas tienen pocos escrúpulos a la hora de manejar a las plantillas pues son números la mayoría de las veces.

 El personaje de Imanol trata de buscar una segunda oportunidad y ser honesto con su trabajo en un mundo que no premia la honestidad, cuando el picaruelo Grandinetti se cruza en su camino le hará dudar de todo, sobretodo de su cordura y le pondrá entre la espada y la pared.
 Lucas Figueroa se enfrenta en esta ocasión a su segundo largometraje tras Viral, para darnos con “Despido procedente” todas las claves de la comedia Argentina, y sobretodo los típicos tópicos en los que siempre caen tanto argentinos como españoles y que funcionan como un tiro gracias a la magnifica química que transmiten sus protagonistas.

En casa, a la hora de cena, solemos debatir estos temas, y es cierto que te tachan de “boludo” cuando tratas de ser una persona integra. ¿Qué ocurre en esta sociedad que te hace sufrir bullying si no entras al trapo?

Algunos días nos encontramos planteándonos que como es posible esa corrupción, desfalcar millones sin darte “cuenta”, ya que todos somos íntegros y no lo haríamos, al menos en teoría. ¿Pero si entras en una empresa donde todos lo hacen? Si te conviertes en el bicho raro y al que todos marginan y hacen la vida imposible si no admites sobornos, ¿Como sobrevivir a esa jungla?
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Que bien empasta Figueroa el drama social de los despidos y la falta de “laburo” con la típica comedia argentina que se ríe de todo pero sobretodo de “la concha de la Lora” con perdón de la expresión pero que es sin duda una de las más típicas, estereotipadas y graciosas que dan más juego dentro del vocabulario bonaerense. Un humor ácido, unas referencias parodicas a otros films donde se nota no solo la buena química de los protagonistas si no el buen ambiente de rodaje, con acción frenética y divertidisima.

Le da una vuelta de tuerca más a “castigar” al hombre de éxito y a hacerle a nuestro malvado jefe todo aquello con lo que a veces fantaseamos cuando esta ebrio de poder. Todo a manos de un personaje anónimo y desconocido que puede destruir los principios morales del protagonista. Javier, el personaje de Imanol, un completo extraño en este mundo empresarial lleno de tiburones dispuestos a hacer leña del árbol caído, encuentra una aliada en su secretaria personal Marita (Valeria Alonso) y en los guardias de seguridad que se convierten en unos secundarios imprescindibles. 

Una de las cosas que me han encantado además del humor que proyecta y la buena química entre Grandinetti e Imanol, es ese regusto a “Glenn Gary Glenrose”, como un Hurlyburly o película llena de diálogos rápidos y ágiles sobre el mundo empresarial como metáfora de la vida y sus reveses.
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Es cierto que las situaciones son inverosímiles y acaban acercándose a un final más acomodado sacado de cualquier súper producción, pero se le perdona por la simpatía y bondad del producto que casi reconcilia al espectador con el ser humano, por muy picaruelo que este sea.
La vida misma.
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