Ricardo Macián era
corresponsal en Afganistán en 2001 para Canal 9, cuando
retransmitió la noticia de que los talibanes habían
quemado el archivo fílmico de Afghan Film (La Filmoteca
Nacional de Afganistán) alegando que no se podía
representar la imagen según el Corán, y como algunos de
sus trabajadores se habían jugado la vida para proteger lo que
ellos consideraban patrimonio histórico.
Esta noticia que como veis así
contada no ocupa más de minuto y medio, le toco profundamente.
¿Cómo es posible que los
trabajadores de un archivo fílmico, unos hombres que no eran
valientes, ni tenían una profesión que ayudara a salvar
vidas, se jugaran la suya propia escondiendo rollos de celuloide en
dobles techos que ellos mismos construían ante la constante
amenaza del gobierno Talibán?
Unos hombres que arriesgaron su vida
para que “los ojos de Ariana” que era el antiguo nombre que se le
dio a Afganistán, no se cerraran para siempre.
La emoción de un proyeccionista ante un público que jamas ha visto una película.Cinema Paradiso en estadoo puro. |
Podríamos consideran esta
historia como un sleeper, un film que pasa del boca oreja,
convirtiéndose así en una pequeña joya por
descubrir, tal es así que durante su proyección en el
festival de Málaga, salió de la sección
documental, para pasar directamente a concursar en la oficial, en
2007.
Con todo el gasto en carteleria que
eso suponía, bromeaba su director.
Estas personas tocaron profundamente el
corazón de Ricardo, que emocionado, decidió que su
historia debía ser contada, ya que no todos seriamos capaces
de jugarnos la vida por nuestro trabajo, y mucho menos para proteger
algo tan volátil y relacionado con el ocio como es el cine, un
tema de total actualidad cuando en estos momentos parece que se le
trata de alejar de ese punto de cultura.
Antes de ver este maravilloso
documental, tuvimos la oportunidad de charla con su director, que nos
advertía que su película tenia un ritmo iraní,
es decir, lento, pausado, y que a pesar de haber un guión, una
historia que contar, fueron los propios miembros de Afghan films, los
que decidieron el “tempo”, y el tratamiento narrativo, ya que no
debemos olvidar que eran personas dedicadas en cuerpo y alma al
cine, y sabían lo que hacían al enfrentarse a una
producción.
En Afganistán, un lugar donde la
mayoría de la población es analfabeta, la tradición
oral se convierte en memoria histórica, y la imagen en
transmisión de conocimiento, pero ¿qué hacemos
cuando no podemos salvar la cultura, que es lo único que puede
hacer progresar a un pais?
La historia no solo nos ofrece el
punto de vista de los trabajadores de la filmoteca que acudieron a su
puesto de trabajo día tras día durante 5 años
incansablemente, sino que también aborda el punto de vista
talibán y censor.
No debemos olvidar que es un pais
absolutamente hospitalario, que la limosna o una taza de té no
se le niega a nadie, ni a tu peor enemigo, como comentaba el
director, es por eso que no tuvieron ningún reparo en
justificarnos el porque de aquellos actos, de la destrucción
de las filmaciones.
Es una historia distante, es un pais
que no nos toca de cerca, y si preguntamos a cualquiera, que sabe de
Afganistán, posiblemente no nos sepa responder, por lo que
pueda quedarnos demasiado lejos,pero Ricardo, previa a la proyección
nos contagio de esta intensidad, de esa emoción que vivió
mientras lo rodaba, de las miles de anécdotas de rodaje, de
como ahora uno de esos “actores” del documental (Sayid) es el
protagonista de una serie, y consiguió emocionarnos y
contagiarnos esa pasión por un documental que va mas allá
de un mero reportaje televisivo.
Tiene algunos defectos,y peca de
artificioso ( pero no olvidemos que no deja de ser cine, y el cine es
eso, la fabrica de sueños) pero la belleza de las imágenes
y el entusiasmo de sus protagonistas te cautivará, y ocultara
esos fallos.
Hará las delicias de los que
aman el séptimo arte, porque nos abrirá los ojos, para
ver que pasión por esta industria hay en todos lados, que no
somos tan diferentes y todos tenemos las mismas emociones y las
mismas inquietudes.
Estas 9 personas que lucharon por
proteger este patrimonio cultural, son sólo un ejemplo de una
sociedad que mantiene la ilusión de poder expresarse y
encontrar su voz a través de la película, y de como
debe ser considerado cultura y arte.
Oriente medio tiene su propia voz, sus
propios relatos desde el origen del mundo, aunque para mostrarlos
deba disfrazarlos y decir que “Esto no es una película”.