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jueves, 23 de mayo de 2013

Los ojos de Ariana



Ricardo Macián era corresponsal en Afganistán en 2001 para Canal 9, cuando retransmitió la noticia de que los talibanes habían quemado el archivo fílmico de Afghan Film (La Filmoteca Nacional de Afganistán) alegando que no se podía representar la imagen según el Corán, y como algunos de sus trabajadores se habían jugado la vida para proteger lo que ellos consideraban patrimonio histórico.
Esta noticia que como veis así contada no ocupa más de minuto y medio, le toco profundamente.


¿Cómo es posible que los trabajadores de un archivo fílmico, unos hombres que no eran valientes, ni tenían una profesión que ayudara a salvar vidas, se jugaran la suya propia escondiendo rollos de celuloide en dobles techos que ellos mismos construían ante la constante amenaza del gobierno Talibán?
Unos hombres que arriesgaron su vida para que “los ojos de Ariana” que era el antiguo nombre que se le dio a Afganistán, no se cerraran para siempre.
La emoción de un proyeccionista ante un público que jamas ha visto una película.Cinema Paradiso en estadoo puro.

Podríamos consideran esta historia como un sleeper, un film que pasa del boca oreja, convirtiéndose así en una pequeña joya por descubrir, tal es así que durante su proyección en el festival de Málaga, salió de la sección documental, para pasar directamente a concursar en la oficial, en 2007.
Con todo el gasto en carteleria que eso suponía, bromeaba su director.

Estas personas tocaron profundamente el corazón de Ricardo, que emocionado, decidió que su historia debía ser contada, ya que no todos seriamos capaces de jugarnos la vida por nuestro trabajo, y mucho menos para proteger algo tan volátil y relacionado con el ocio como es el cine, un tema de total actualidad cuando en estos momentos parece que se le trata de alejar de ese punto de cultura.

Antes de ver este maravilloso documental, tuvimos la oportunidad de charla con su director, que nos advertía que su película tenia un ritmo iraní, es decir, lento, pausado, y que a pesar de haber un guión, una historia que contar, fueron los propios miembros de Afghan films, los que decidieron el “tempo”, y el tratamiento narrativo, ya que no debemos olvidar que eran personas dedicadas en cuerpo y alma al cine, y sabían lo que hacían al enfrentarse a una producción.

En Afganistán, un lugar donde la mayoría de la población es analfabeta, la tradición oral se convierte en memoria histórica, y la imagen en transmisión de conocimiento, pero ¿qué hacemos cuando no podemos salvar la cultura, que es lo único que puede hacer progresar a un pais?

La historia no solo nos ofrece el punto de vista de los trabajadores de la filmoteca que acudieron a su puesto de trabajo día tras día durante 5 años incansablemente, sino que también aborda el punto de vista talibán y censor.
No debemos olvidar que es un pais absolutamente hospitalario, que la limosna o una taza de té no se le niega a nadie, ni a tu peor enemigo, como comentaba el director, es por eso que no tuvieron ningún reparo en justificarnos el porque de aquellos actos, de la destrucción de las filmaciones.


Es una historia distante, es un pais que no nos toca de cerca, y si preguntamos a cualquiera, que sabe de Afganistán, posiblemente no nos sepa responder, por lo que pueda quedarnos demasiado lejos,pero Ricardo, previa a la proyección nos contagio de esta intensidad, de esa emoción que vivió mientras lo rodaba, de las miles de anécdotas de rodaje, de como ahora uno de esos “actores” del documental (Sayid) es el protagonista de una serie, y consiguió emocionarnos y contagiarnos esa pasión por un documental que va mas allá de un mero reportaje televisivo.

Tiene algunos defectos,y peca de artificioso ( pero no olvidemos que no deja de ser cine, y el cine es eso, la fabrica de sueños) pero la belleza de las imágenes y el entusiasmo de sus protagonistas te cautivará, y ocultara esos fallos.

Hará las delicias de los que aman el séptimo arte, porque nos abrirá los ojos, para ver que pasión por esta industria hay en todos lados, que no somos tan diferentes y todos tenemos las mismas emociones y las mismas inquietudes.

Estas 9 personas que lucharon por proteger este patrimonio cultural, son sólo un ejemplo de una sociedad que mantiene la ilusión de poder expresarse y encontrar su voz a través de la película, y de como debe ser considerado cultura y arte.

Oriente medio tiene su propia voz, sus propios relatos desde el origen del mundo, aunque para mostrarlos deba disfrazarlos y decir que “Esto no es una película”.

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