Kirsten Sheridan, podría formar parte de esta segunda generación de cineastas, encabezada por Sofía coppola como alumna aventajada, donde aparecen también Jennifer Lynch y Brandon Cronenberg, pero en este caso la hija del autor de “En el nombre del padre”, esta muy alejada del talento de su progenitor, en su tercera película, aún tiene que suplir múltiples carencias en el ritmo del film, el montaje, o el interés de la historia, únicamente destacable por la capacidad de improvisación y naturalidad de los actores.Una película mucho mejor interpretada que dirigida, con mención especial a Seána Kerslake, nominada a mejor actriz en los Irish Films Awards. Su apariencia frágil y desorientada hace que nos recuerde a Cassie, de la primera temporada de Skins, incluso se podría decir que sus personajes guardan más que similitudes físicas. La otra figura destacada en el grupo, es la futura estrella Jack Reynor, quien debuta en el cine con "Dollhouse" previo paso a hacerlo en Hollywood protagonizando "Transformers 4".
En esta ocasión acompañaremos durante una noche cualquiera, a cinco jóvenes de un ambiente marginal, cuando deciden asaltar una casa de lujo y dar una fiesta allí, juegan como niños en un hogar que nunca tendrán, en un mundo totalmente opuesto al suyo, comen en platos finos de porcelana, destrozan los muebles de diseño, se drogan y el sexo es algo banal para ellos.
No respetan la casa que han ocupado temporalmente, tirándose comida, destrozando los muebles, como no se respetan así mismos. Es una casa de muñecas, ahora llena de unos juguetes rotos.
Esta espiral de desorden y caos entre ellos, la manera de estar descontrolados, de convertir la casa en una campo de batalla sin razón, te desconcierta como espectador, no sabes que esta pasando, piensas ¿ hasta que punto llegaran? ¿ Tiene todo esto algún sentido o la directora nos esta tomando el pelo? Y son preguntas que quedarán sin respuesta, con un inesperado final.
Este impostado retrato de la juventud descontrolada que con la visión de un incierto futuro encuentra en la violencia un punto de escape, muy alejado del club de los 5 y de la visión de adolescentes en las peliculas de American Pie, tiene un punto mas gamberro, más realista, donde esta noche les servirá para conocerse mucho mejor internamente, y saber quien es quien en este heterogeneo grupo, para descubrirse sintiendo nuevas sensaciones, y sorprendiéndose ante los secretos que no imaginarían que guardan los que consideran sus amigos.
A pesar de sus circunstancias mantienen las ganas de vivir, aunque sea violentamente, aferrándose a esa rabia y dolor como vía de escape, al alcohol, a la destrucción y a una música que calma esa pena que sienten, anestesian su dolor con canciones como In the Hall of the Mountain King de Edvard Grieg entre otras.
¿podría ser este el retrato de la juventud irlandesa? Es más podría serlo de la juventud actual, mucho más perdidos de lo que ellos creen, con pequeños momentos de soledad, donde pueden reconocerse ante el espejo, y darse cuenta de quienes son o lo que les pasa.
Siendo la mayor parte del tiempo esos seres que vagan por el mundo buscando su camino, confusos, rebeldes, en un huracán de sensaciones, tratando de huir de las responsabilidades.
Porque asumir los errores los haría crecer, convertirse en adultos, y aún no están preparados para ello.
Esquizofrenicamente visual en muchos momentos refuerza esta desorientación, llegando a ser tremendamente opresiva en algunos momentos, y serena y libre en otros como ese mar junto a la casa.
Una noche de locura, de cometer millones de fallos, pero de autodescubrimiento y madurez, con un mensaje de optimismo, los errores son solo errores, y los seguiremos cometiendo en muchos momentos de nuestra vida, pero como esa noche de locura, acabaran pasando,y al final siempre amanecerá.
Siempre hay momento para perdonar, para volver atrás y olvidar los errores propios de la juventud y de la inexperiencia, porque al final siempre sale el sol.
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