¿Cómo fue regresar al género que te vio nacer como cineasta?
Es algo que me apetecía. Para mí hacer películas no es sólo una forma de ganarme la vida, sino también una forma de expresarme, de divertirme y de estimularme. Me inicié en el género de misterio como espectador y como realizador.
Entiendo que hay un discurso parecido entre Agora y Regresión, sobre cómo el fanatismo y la religión pueden tener malas consecuencias.
Sí, yo nunca había pensado que mi filmografía iba a estar influida por el hecho religioso, pero lo está. Yo me eduqué en un colegio religioso, conozco toda la doctrina cristiana. [En Regresión] aparecen otros elementos como la idea de la culpa. En Ágora el enfrentamiento era entre la fe y la ciencia, y en Regresión es el mundo de la ciencia (representado por el psicólogo) el que intenta dar solución al puzle planteado por la religión. Casi trabajan hermanadas. Tampoco quise cargar las tintas con la crítica religiosa, me interesa mucho más retratar los errores cometidos en el mundo policial y en el científico.
¿Ha estado David Fincher y Zodiac en tu mente durante el rodaje de Regresión?
Es curioso que lo menciones porque Fincher tenía como referente a Todos los hombres del presidente, que es una de las películas que yo vi para preparar esta. Para mí tenía mucho sentido recuperar aquellos thrillers de los años 70 porque me gustan mucho y porque tocaban temas políticos o sobrenaturales y le daban un aire de realidad, contenido. Pakula, Sidney Lumet… El reto era plantear una película con buen ritmo, porque el espectador actual se te va de la sala ante una película como La conversación, por ejemplo.
¿Cómo escogiste los actores y por qué internacionales?
Es más difícil rodar una película en un idioma que no es el tuyo, pero a la vez supone un mercado más amplio. Lo cierto es que depende de la historia, si me tengo que ir a China o a Rusia a rodar una película en mandarín, lo hago. Una historia como la de Ramón Sampedro debía estar rodada aquí, y Regresión es un fenómeno muy norteamericano que había que rodar en inglés.
¿Cómo escogiste a los actores?
¿Quién no querría trabajar con Emma Watson? Lo raro es que ella quisiera trabajar con nosotros. Ella buscaba un cambio de registro, le interesaba la propuesta, el personaje y quiero pensar que le interesaba trabajar conmigo. A veces te desgañitas intentando buscar un actor y otras es muy fácil conseguirlos. La mayoría del reparto son ingleses y canadienses, Ethan [Hawke] es la excepción. Me reuní con él en Nueva York, hablamos de Zodiac y me dijo que no sabía quién era. Yo le propuse plantear un personaje sin pasado, que percibas cómo es por cómo interactúa con los demás. Como en Todos los hombres del presidente, donde no sabíamos nada de los protagonistas y sin embargo los cazamos al vuelo. Y esa idea le sedujo, a través de gestos, miradas y la voz construye el personaje sin tener la carga literaria de quién es este tipo.
"¿Quién no querría trabajar con Emma Watson? Lo raro es que ella quisiera trabajar con nosotros".En la película se habla del linchamiento social en tiempos en los que no había redes sociales, ¿cuál es tu visión sobre este fenómeno?
Yo creo que todo se expande y se expande con mucha rapidez. Una de las cosas que quería contar en la película es la facilidad con la que se contagia el miedo, en un pueblo, en un país, en el mundo y desde luego en una sala de cine. En cuanto al hecho religioso, quería darle un perfil bajo. Quería retratar los roles perpetuados: el viejo exorcista tradicional es ahora un psicoanalista que en realidad también te va a sacar el mal que llevas dentro. Ahora no se llama demonio, es más científico, pero es el mismo proceso. Como yo presupongo de lo que tú me hablas, voy a seguir tu guía.
El hermano de Angela es gay, lo cual afecta a la trama de la película. Este año Roland Emmerich (Independence Day, Godzilla) estrena una película sobre las revueltas gays en Stonewall. ¿Tú te planteas escribir una historia sobre personajes gays protagonistas, aunque sea circunstancial?
La única vez que estuve en Cannes, presentando Agora, vi una película de Ang Lee llamada Destino Woodstock. En ella, el protagonista se acuesta a mitad de la película con otro hombre, y después la historia continuaba por otro lado. Pensé que era la primera vez que veía en un cine un protagonista gay absolutamente normalizado. No nos interesa y seguimos adelante con otra cosa. Yo metí un personaje gay [en Regresión] porque creo que aporta a la historia de la familia y su relación con la iglesia, pero yo suelo evadirme cuando estoy escribiendo. No necesito hacer una película sobre mi condición sexual, eso es algo…
…circunstancial
Exactamente.
Han pasado 20 años desde Tesis, ¿cómo te has visto a la hora de abordar otra película de suspense?
Como espectador, he perdido la capacidad de asombrarme y de dejarme hipnotizar. A veces se dice que las películas de ahora no son como las de antes, pero es que nosotros también crecemos y no somos tan receptivos al truco. El cine sigue ocupando mi ocio, me da fuerzas para crear y para vivir. Spielberg decía que hacer películas le hace sentirse como un niño, yo no soy como un niño, pero creo que estar en un rodaje, convivir con la gente, intentar solucionar un problema… la diplomacia que entraña un rodaje saca lo mejor de mí mismo.
¿Influye tu distancia de las redes sociales en el hecho de que la película esté ambientada en los 90?
La fecha se decidió porque era el apogeo del fenómeno [de la paranoia satánica], y desde luego para un escritor ayuda mucho la ausencia de teléfonos móviles a la hora de escribir un thriller. Por eso cuando los hay siempre están sin cobertura. La incomunicación ayuda muchísimo.
¿Cómo de apretado es el corsé del género de misterio? ¿Te impide innovar?
Yo siempre juego con clichés. La cuestión es cómo dar la vuelta al cliché y la historia. Una vez decides hacer una película sobre el diablo y el satanismo, todo lo que te viene a la cabeza son los clichés que ya has visto. Lo que me permitía mirar el cubo desde otra perspectiva era el abuso. Formalmente es muy clásica, pero intelectualmente es distinta a lo que estamos acostumbrados.
¿Esperas comparaciones con otras películas o series de misterio como True Detective?
Lo más desafortunado que me ha pasado en mi carrera es escribir una película en la que al final están todos muertos y en plena pre-producción me entero de que hay otra película similar que se va a estrenar antes. Las comparaciones con True Detective yo las haría con La isla mínima, en unas circunstancias parecidas de proyectos rodados a la vez en distintas partes del mundo y con ideas tan parecidas.
¿Eres capaz de identificar errores en tu carrera?
Yo no tengo el mono de rodar, siento que no voy a poder hacerlo cada vez, pero es como montar en bicicleta. Hago las películas tomándome mi tiempo porque no quiero rodar una de la que me arrepienta. Errores sí encuentro, por todos lados. Hace poco he tenido que revisar el máster de mis primeras películas para su edición en bluray y aunque lo vea sin sonido siento que cambiaría muchas cosas, están plagadas de errores. Hay películas que ves con más gusto que otras.
¿Cuál de ellas ves con más gusto?
¿Puedo decirlo? Venga sí. Mar adentro es una película que a mí me gusta personalmente. Y Los otros también. No voy a decir las que no… [risas] Hace poco se me acercaron dos periodistas diciéndome que su película favorita mía era tal y preferí callarme [risas]. Pero quiero pensar que no me arrepiento de ninguna de mis películas, y si he hecho algunos proyectos y no otros es porque pienso que si me muero mañana quiero morirme habiendo hecho ciertas cosas y no otras. Me arrepiento de muchas cosas, pero no de mis películas.
¿Te ofrecen buenas historias en España?
En Europa casi todos [los directores] somos escritores también. A la productora con la que trabajo llegan guiones todos los días, pero yo sé que soy difícil para dejarme encandilar por un proyecto que no sea mío y con mi forma de expresarme. Cuando estaba en la facultad yo veía el cine como un mercenario, una forma de ganarme la vida. Pero me he dado cuenta que hacer películas es una forma de expresarme, y necesito vincularme con lo que estoy contando. A veces leo un guión que me encanta pero pienso “¿a mí qué se me ha perdido aquí?”.
¿Influyó el Óscar en esa mentalidad?
No. El Óscar es un icono universal con el que todos mis invitados quieren hacerse una foto cuando vienen a casa, y el sueño de cualquier estudiante de cine, claro.
¿Cómo te planteaste la estructura de la revelación del misterio?
Esta es una película en la que al protagonista se le van dando llaves y él va cerrando todas las puertas. Juegas con las expectativas del espectador y con lo que quiere ver. En Regresión las llaves ya están lanzadas desde antes del minuto 10. La película habla sobre el error y el engaño, y por tanto hay que ver hasta qué punto nos dejamos engañar.
Con Tesis y Abre los ojos nació el tópico entre el público de “está muy bien, no parece española”. Durante el rodaje, ¿notas diferencia en la actitud de actores españoles y actores de Hollywood?
No. Cuando llegas al rodaje todo se reduce a unas reglas que unos directores seguimos y otros no siguen en absoluto. En mi caso, al no ser mi lengua materna, lo último que voy a hacer es marcarle a Emma Watson cómo hablar y expresarse. Para mí hay una regla muy sencilla: el actor debe buscar y provocar. Yo le digo al actor lo que quiero que consiga del otro actor que tiene enfrente. Y por supuesto procuro tener un trato lo más cordial posible y tener el mismo respeto por el actor estrella y el último figurante al que dirijo. Por cierto, en esta película no podía hablar con los extras. El ayudante de dirección me dijo “si hablas con un extra se convierte en actor”, pensé que lo decía en sentido metafórico, pero no. Si le das una instrucción a un extra, después hay que firmar un contrato con él y pagarle más porque ahora es actor.
¿Cuál fue la chispa que te hizo meterte?
Una ve tuve el final el proceso fue muy rápido. Cada vez que se lo contaba a mis amigos en la playa me decían “escríbela de una vez y deja de contárnosla”. Fue un proceso de escritura rápido, lo complicado era la madeja del desarrollo del misterio. He dejado puertas en el proceso de los actores, no que ellos re-escriban [diálogos] porque eso ya lo probé una vez y no funcionó, pero sí jugar con los diálogos y las acciones. También escribo en el montaje. Hay un par de escenas que he cambiado completamente de orden dentro de la película. Lo escribí del tirón, eso significa que la escritura va bien.
¿Alejandro Amenábar tiene la televisión en mente?
Qué va. Soy mal espectador de televisión. Hay algo en el episódico que me echa para atrás. Una temporada me parece fantástica pero pensar que me quedan otras cuatro… Estoy viendo Breaking Bad, que es fantástica, pero no soy animal televisivo. Reconozco que a nivel de guión las mejores historias se están dando en televisión, y espero que con los nuevos formatos aparezcan más miniseries. Para mí es una estructura perfecta: un episodio para el planteamiento, otro para el nudo y uno más para el desenlace.
¿Has leído Mis problemas con Amenábar? [cómic escrito por Jordi Costa en el que satiriza sobre sus encuentros con el director en diversos festivales de cine y critica duramente su cine]
No.
¿Sientes curiosidad?
Pues…no, la verdad es que no. Sé que no está escrito desde el cariño precisamente. Le deseo a Jordi Costa mucha suerte, pero no lo he leído. No suelo leer lo que se escribe sobre mí.
Todos nos levantamos, un periodista le pregunta si no lo ha leído por miedo a no gustar a los demás, otro le traslada saludos de un conocido común. Alejandro parece tener ganas de irse a comer. Es la primera jornada de promoción de Regresión y parece que ya ha tenido que responder a las mismas preguntas varias veces, pero nunca deja de ser un hombre cordial ante todo, como asegura ser con las estrellas de Hollywood.