Una de las mejores cosas que hay en la
vida, al menos para los amantes del cine, es asistir a un festival.
Allí, vives un ambiente único, viendo películas sin parar,
conversando con colegas amantes del cine como tú, y tienes acceso a
ruedas de prensa donde los actores y directores te dan su punto de
vista.
Como amante del cine desde pequeña,
esto es uno de los grandes regalos que la vida nos ha puesto al
alcance de la mano.
En esta ocasión, la 62 edición del
festival, y la segunda vez que nosotros íbamos, decidimos que lo
haríamos saliendo desde Barcelona. Gran Error.
Nos esperaba un viaje de 8 horas en un
autobús, de noche, lo que significaba que al contrario de la
creencia popular: No duermes.
Tantas paradas, la incomodidad, el
viaje... el horror.
Encima, llegamos antes, lo que
significaba que a las 6 ya estábamos llamando a la puerta de Olga y
Rafa, nuestros papas por unos días, y nuestra casa durante el
festival.
Olga y Rafa tienen varias casas en San
Sebastián, y ya estuve el año pasado con ellos. En esta ocasión
nos alojamos en uno de los pisos de surferos.
A mi me encanta, porque es económico y
ellos son encantadores, además de estar a 3 minutos del kursaal. Lo
malo, que al estar al lado del Kursaal, esta lejos del Principal, así
que te pegas una caminata. Yo solo puedo deciros, que siempre
repetiré con ellos, porque son adorables, y me han tratado
fenomenal.
Tras el desayuno, sin dormir y tras
coger las acreditaciones y regalitos (Porque son súper majos, esta
todo increíblemente bien organizado, y son muy detallistas, y esto
también lo digo porque Gorka, el relaciones públicas del festival,
me estuvo llamando porque le escribí por unas cosas, y todo
perfecto, más majo que las pesetas) y nos fuimos al cine, como debe
ser!
Como durante la noche viajábamos en el
autobús del infierno, nos perdimos muy a nuestro pesar la gala de
inauguración. No es que hubiéramos ido, pero las veces que la he
visto por televisión, me he emocionado enormemente. En esa ocasión,
como en otras, con la participación de Karra Elejalde y Edurne
Ormazabal.
En ella, Denzel Washinton recibía el
premio Donosti de manos de su amigo y director en “The Equalizer”
y “Training Day” Antoine Fuqua.
Una gala en la que se conecto vía
satélite, es decir, haciendo un skype con el director Richard
Linklater, artífice de una de las pelis del año, y de la década,
como es Boyhood, y en cual recaía el premio FIPRESCI este año,
aunque no estaba allí para recogerlo.
Como es habitual en este tipo de galas,
los nervios y las emociones están a flor de piel, y Denzel
Washintong fue sin duda el protagonista de la noche.
Tras ser presentado por Fuqua, director
de la película que abría esta edición del festival, su 62 ya, el
actor irrumpía en el escenario, visiblemente emocionado, donde
agradecía al festival, desde el fondo de su corazón, la pasión que
había vivido en la ciudad.
Una gala, en la que a su vez contó con
habituales como Cayetana Guillém Cuervo, Unax Ugalde o Maribel
Verdú.
Una de las cosas más interesantes
incluso leyendo el periódico del festival es la multiculturalidad y
la idiomatica de la que hace gala este festival, como decimos, con un
periódico escrito en euskera, ingles y castellano.
Sigamos hablando de la figura del actor
Denzel Washintong, sin duda uno de los protagonistas de esa edición,
y que se convirtió en una de las caras visibles del certamen.
Amable y tranquilo se presentaba Denzel Washinton a los medios,
cuando se presentaba junto a Fuqua, gracias al cual consiguió su
Oscar por Training Day. Ya han pasado 13 años desde ese Oscar, pero
Denzel sigue siendo una de las caras visibles del cine, más
representativas. En “The Equalizer” el espíritu violento que
nada tiene que ver con su personalidad, vuelve a estar presente,
regalando uno de esos personajes que te permiten descargar la
adrenalina y soltar a esa parte más loca que todos llevamos dentro.
Denzel, que se considera un hombre
corriente a pesar de haber interpretado a miles de héroes, y
personajes fuertes, cree que tiene un trabajo extraordinario, y que
eso es lo que lo convierte en especial, nada más. Todo un alarde de
humildad, que se agradece.
Nos embarcamos sin anestesia con lo
nuevo de Ozon, “Une Nouvelle amie”, que aunque nos intereso y
gusto, no llegaba a la teatralidad y el listón tan alto que había
puesto con “La casa”. Aunque aquí había mucha más mala uva, y
mucha más vuelta de tuerca a los convencionalismos sociales y a lo
que esta bien visto.
THE
NEW GIRLFRIEND (2014) Dos
mujeres, amigas de la infancia. Las dos se casan y una tiene un bebé.
Al poco tiempo, la madre enferma gravemente y le hace prometer a su
amiga que cuidará de su hijo y de su marido. Después de su muerte,
la amiga decide ir a visitar al padre y al bebé, pero le espera una
tremenda sorpresa.
François Ozon, que ademas de querido
por el festival es un habitual, parece que presenta película por
año, y como si fuera el Woody Allen francés, nos aproxima al país
vecino, con una mirada diferente y curiosa. Romain Duris protagoniza
esta película en su primera colaboración con Ozon, y esperamos que
este divertido tandem que han formado tarde en romperse y nos sigan
dando alegrias como esta.
Con un inicio totalmente Teen, donde
nos relatan la casi obsesiva y curiosa pero sobretodo fuerte amistad
de dos mujeres desde su más tierna infancia hasta la muerte de una
de ellas, de forma repentina. Esa confianza y esa alma gemela
encontrada en los albores de la niñez, deja un vacio inmenso, así
como a un marido desconsolado y a un bebe sin madre. Entre la ironía,
propia del director y tocando uno de los temas que le apasionan, la
sexualidad, asistimos al momento en el que antes de morir, una le
promete a la otra que cuidaran de ese bebe y del marido. Un nuevo
mundo y sobretodo una nueva amistad esta apunto de empezar, pero eso
debéis descubrirlo vosotros cuando os acerquéis a esta historia con
el corazón y sin prejuicios, a no ser que penséis que están locos
estos franceses.
Es cierto que a veces bascula por la
más absoluta de las comedias absurdas con momentos absolutamente
sonrojantes, que harían partirse de risa al más pintado, y que roza
el patetismo incluso del buen gusto. Pero la vida y la búsqueda de
la identidad sexual se basa en una sucesión de momentos sonrojantes
y absurdos, que rozan el patetismo vital, o lo que es lo mismo, la
vida.