Molière en
bicicleta nos habla de la obra “El Misántropo”, interpretada dentro de
ella misma, y a su vez dentro de una película. Este juego de muñecas rusas
tiene un director y guionista real, Philippe Le Guay, y uno moral,
Molière, pues el filme no deja de ser un homenaje a esta obra.
En ella se narra la historia de dos actores: Serge
Tanneur (Fabrice Luchini) y Gauthier Valence (Lambert Wilson). Serge es un
actor desengañado de la profesión que vive en la Isla de Ré, mientras que
Gauthier es un actor de televisión con mucho éxito que va en su búsqueda para
convencerle de preparar un montaje para la obra “El Misántropo”.
La relación entre ellos establece un paralelismo total
con el primer acto de la obra que recitan a modo de mantra durante los ensayos,
donde Alceste y Filinto discuten sobre la verdad. Serge es un Alceste moderno,
ermitaño amargado que pretende vivir fuera de la sociedad, mientras que Gauthier
responde al amable Filinto, siempre dispuesto a ayudar. Sin embargo estos papeles
se intercambian dentro y fuera de los ensayos. En el primer caso mediante una
moneda que decide quien interpretará a Alceste, y en el segundo mediante la
complicada relación que entre ellos se establece, su lucha de egos, sus ataques
y la dependencia mutua. Este duelo entre dos actores, como en la obra de Molière,
cuenta con la presencia de una mujer ambigua en los vínculos que establece con
ellos (Maya Sansa), que no hará más que
alimentar este enfrentamiento y un escenario, la Isla de Ré, que actúa como un
personaje más, dando ligereza a una película cuyo contenido si no podría
resultar muy denso: sus paisajes y su clima nos liberan de la intensidad
claustrofóbica de los ensayos.
