El director de distrito 9 nos trae otro film postapocaliptico,
siguiendo la estela de su exitosa opera prima, siendo esté más
bien una versión extendida maquillada al estilo hollywood en
el que explora los mismos temas más profundamente y de manera
más vistosa, faltando la frescura y originalidad de la
primera.
Ahonda en lo que le preocupa, hablándonos así de
inmigración, segregación social, diferencias
culturales, y metiendo el dedo en la llaga descaradamente en
cuestiones como el derecho a una sanidad publica, todo bajo el amparo
de una historia de ciencia ficción.
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Elysium
está dirigida y escrita por Neill
Blomkamp
y nos sitúa en un futuro más próximo de lo que
desearíamos, en la tierra del año 2154, superpoblada,
desértica y sin apenas recursos, donde sus habitantes
malviven, y si enferman tienen pocas posibilidades de sobrevivir.
Ante
esta situación aquellos, los privilegiados y más
pudientes para seguir manteniendo su nivel y estilo de vida, deciden
autoexiliarse en una habitad espacial llamado Elysium
(
una curiosa estación con forma de Toro
de Stanford,
un anillo capaz de albergar hasta 140.000 habitantes, con gravedad
propia gracias a la fuerza centrifuga y un sistema de espejos que le
provee de luz solar)
Haciendo así más evidente las diferencias, los ricos se
hacen más ricos, mientras que los sin recursos no podrán
cambiar jamas su situación, pasando la tierra a ser un planeta
tercer mundista.
Cuando
miras al cielo, y divisas la estación, solitaria en el
espacio, en ese hermoso plano, tu mente se transporta automáticamente
a 2001 una odisea
del espacio,
igual de bella que la visión desde la estación de un
hogar llamado Tierra.
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En
este idílico paraíso no hay guerras, ni hambre, ni
enfermedad, unas maquinas son capaces de regenerarte siempre y cuando
seas ciudadano de pleno derecho de Elysium, por lo que las leyes de
inmigración son tremendamente fuertes, controladas severamente
por la ministra de defensa, encargada de mantener la seguridad de la
nave, y el status privilegiado en el que viven, a costa de lo que sea
(incluido vidas humanas o golpes de estado), papel interpretado de
manera firme y contenida por una Jodie
Foster
que tan poco se deja ver últimamente en la pantalla, y que
sorprende por su crudeza, ya que no duda en usar fuerzas militares
en la tierra en forma de un soldado mercenario que usa como nombre en
clave “Kruger”,
en este caso interpretado por el actor fetiche del director ( ya fue
protagonista de Distrito 9) Sharlto
Copley.
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Como toda buena historia necesitamos un héroe ,corrompido por
la situación que le ha tocado vivir.
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Cuando un accidente le hace pensar que ese
sueño es inalcanzable, es cuando esta más cerca de
conseguirlo, al no tener nada que perder, acepta una misión
suicida. Max se vera obligado a usar un exoesqueleto metálico,
debido a que el accidente de ha debilitado completamente,el cual le
será de gran ayuda para enfrentarse a los policías
robots, que se encargan de que todo en la tierra funcione de forma
correcta, es decir, de manera sumisa.
De tener éxito, su vida y la de todos
los ciudadanos de la tierra podría cambiar para siempre.
Es cierto que con el trailer se nos desvelaba lo más bello de
la película, y que su director posee el asombroso talento de
crear historias interesante y un estilo de narración propio
tan sugerente que te hace mantener el interés, pero solo al
principio.
La puesta en escena de su planteamiento y la creación de una
atmósfera propia te hace empatizar con el film inicialmente,
pero el interés decae en el momento del cambio de Max, para
pasar a una sucesión de escenas de acción bastante
genéricas y torpes, aunque sigas sumergido gracias a ese gran
prologo en ese mundo devastado, el interés comienza a
diluirse.
Como héroe de acción Matt Damon es simplemente
correcto, no tiene el carisma de salvador del mundo que tienen otros
actores, aunque su interpretación resulta curiosa y
entretenida, no hay dudas que le pone ganas, y el entrenamiento al
que se sometió previo al rodaje, ha dado sus frutos.
Posiblemente otros actores habrían brillado más en este
tipo de producción en la que priman los efectos especiales, y
su mártir ya se vio antes, con una resolución mucho
mejor, como por ejemplo Bruce Willis en Armageddon, donde nos
emociono más a ritmo de Aerosmith.
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Destacamos
la presencia latina de mano de Diego
Luna
( cada vez más integrado en la maquinaria de Hollywood) y la
de Alice Braga,
compañero de aventuras y fechorias del personaje de Matt
Damon, y amiga de la infancia respectivamente.
La multiculturalidad en el film como seña de identidad la hace
destacar, por lo que os aconsejamos verla en versión original
y disfrutar así del acento hispano de Matt Damon, porque en
esta tierra devastada se habla spanglish, mientras los privilegiados
de Elysium lo hacen en ingles o francés.
Nos
sorprendemos también con la aparición de William
fichtner (
rostro televisivo por Prison Break) que sin pretenderlo será
una pieza clave en el cambio social.
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La gran baza a su favor en cuanto a los efectos especiales, es que la
dotan de realismo, y están al servicio de la historia, en
lugar de como mero espectáculo pirotécnico. Las armas,
localizaciones e incluso la propia estación están
basadas en diseños reales.
Visualmente buena, y con una premisa interesante, contiene suficiente
energía y potencia para aguantar en las carteleras veraniegas,
aunque pierda algo de fuelle de cara al final.