http://cinemaadhoc.info/2013/03/criticas-the-host-la-huesped/
podeis seguir a la dulce y guapa @lady_daena
y aquí teneis el copy and paste :
Andrew Niccol adapta a Stephenie Meyer con The host (La huésped), ¿está el mundo preparado para algo así?
Tal y como ocurría en La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), la raza humana está al borde de la extinción, no como especie, sino como seres con identidad propia. En The Host (con el sobrenombre de La huésped
en España, para no crear confusión con la película coreana de 2006
dirigida por Bong Joon-ho) los aliens o “Almas”, también llamados
Ciempiés por los humanos por su forma original, toman a los seres
humanos como contenedores, mejorando nuestro mundo evitando guerras,
armas, hambre, etc.
Wanderer (literalmente Viajera), por ser
un Alma que ha estado en muchos mundos, es alojada en Melanie, uno de
los pocos humanos que aún vivían en estado salvaje. La adaptación de
Wanderer a su nuevo cuerpo no será fácil, los humanos tienen
sentimientos muy intensos y, en esta ocasión, el cuerpo que ocupa se
resiste a ser dominado y llena la mente de su anfitriona con sueños y
recuerdos de Jared, el hombre al que ama. Ambas deberán ayudarse y
emprender una huida, para encontrar a ese hombre una y descubrir cuánto
hay de verdad en eso que siente otra.
No hay duda que la sombra de la saga Crepúsculo es alargada y que al ser ésta una adaptación (por parte de Niccol junto a la autora) de uno de los libros de Stephanie Meyer,
nos encontraríamos ante un triángulo amoroso, aunque esta vez implique a
dos mujeres atrapadas en un mismo cuerpo, luchando por el amor de otro
hombre.
Andrew Niccol (al cual entusiasmó
la novela) tiene buena mano para la ciencia ficción, para hacer
creíbles las historias, y se nota, pero añoramos el pulso de Gattaca o la mordacidad de Simone y El show de Truman,
y echamos de más la historia demasiado blanda y edulcorada. No queremos
quitarle mérito, ya que se enfrentaba al reto de adaptar unas 700
páginas, lo que hace que muchas tramas no se hayan desarrollado del
todo, y se produjeran algunas modificaciones notables en cuanto a la
novela, como el cambio de vestiduras de los extraterrestres de negro a
blanco en el film, o el hecho de que no usen armas, o el reto de plasmar
dos voces dentro de un mismo cuerpo (sí, me “leí” la novela
contrarreloj para documentarme antes).
Saoirse Ronan, a pesar de no ser el
colmo en cuanto a calidad interpretativa, está mucho mejor que sus
compañeros masculinos, Max Irons (hijo de Jeremy Irons, que sólo se le
ha pegado del padre el apellido, y del que lo único destacable en su,
ejem, curriculum es Red Riding Hood) y Jake
Abel. Lo dos son bastante sosos los pobres y perfectamente
intercambiables por cualquier guaperas de turno. Ambos muchachos
lucharán por el amor de Wanderer (Wanda desde ahora) y Melanie,
encerradas en un mismo cuerpo en las que son las partes más flojitas del
film por lo forzado del asunto.
Destaca Saoirse haciendo creíbles los
momentos bipolares de las conversaciones mentales entre Wanda/Melanie,
solventados con una voz en off, muy cercanos a los de Gollum, y bastante
divertidos. Mucho más destacables son los secundarios, un William Hurt
como gurú emergente de este nuevo orden, todo un visionario que consigue
salvarnos de esta sobredosis de almíbar y una Diane Kruger, como la
enemiga/buscadora, mucho más cercana a Wanderer de lo que nos hace
creer, tan fiera como el secreto que oculta, el de esa voz interior que
no consigue acallar.
Con una primera parte, en la que se
incluye toda la presentación del nuevo orden mundial, mucho mejor que la
segunda, donde falta la acción y sobran los besos de todo tipo y sabor y
en la que lo único destacable es el maravilloso desierto de Arizona y
sus vistas, y un final conclusivo y predecible pero también lo
suficientemente abierto como para dar lugar a una saga, no en vano su
autora se plantea que sea una trilogía al menos en la forma novelada,
aún sin escribir.
El exceso de metraje y el ritmo
aletargado en la segunda parte, la hace perder muchos puntos (¡con lo
bien que habíamos empezado!) resultando soporífera por momentos. Una
premisa de ciencia ficción y romance mucho más atrayente en su idea
original que en su resultado final, sobre todo para los que no borramos
de nuestra retina aquel grito de Donald Sutherland en 1978 ante los
ultracuerpos.