http://cinemaadhoc.info/2013/02/criticas-las-ventajas-de-ser-un-marginado/
o aquí mismo.
¿Queréis saber cuales son Las ventajas de ser un marginado?
El rebelde, la princesa, la rara, el
deportista, y el cerebrito se veían obligados a compartir castigo en la
cinta de John Hughes El club de los cinco (The Breakfast Club, 1985), que comenzaba con una cita de David Bowie. Estos jóvenes son los herederos directos de aquel espíritu.
En Las ventajas de ser un marginado asistimos a la evolución de Charlie (Logan Lerman, Los tres mosqueteros, Percy Jackson y el ladrón del rayo),
un chico de 15 años, tímido e impopular, que mientras lucha por
encontrar su lugar en el mundo, escribe una serie de cartas a un
destinatario anónimo. Su vida cambia cuando conoce a Sam (Emma Watson,
conocida por la saga Harry Potter) y a su hermanastro Patrick (Ezra
Miller, Tenemos que hablar de Kevin), los cuáles le acogen bajo su ala.
Ay, los amigos!! sin duda lo más
importante en esa edad, compañeros del viaje de la adolescencia, para
descubrir la música, las drogas, la iniciación al sexo, la canción
perfecta, las fiestas y el amor.
Hermione se hace mayor y se nota. Lo hace, de paso, obsequiándonos con un bailecito a lo Romy y Michelle pero
es sin duda Ezra Miller el robaplanos en el film, su show, su
dramatismo, es épico. Mientras, el equilibrio de Charlie se desmorona,
para mostrarnos una tristeza de un origen desconcertante, recordándonos
por momentos al joven Donnie Darko.
Es de agradecer este trío protagonista,
esta historia adolescente con problemas reales y sin elementos
crepusculares o sobrenaturales, mucho mas cercanos a Soñadores de Bertolucci que vivirán ese tiempo como cualquier adolescente, creyéndose inmortales, o en sus palabras: infinitos.
Las ventajas de ser un marginado
(maravilloso y más que revelador título) duele porque representa la
soledad, la ansiedad de ser aceptados, los miedos adolescentes que viven
en nosotros y el paso a la edad adulta, y la amamos porque añoramos las
películas de John Hughes primero, y después a todos los “losers” que
nos ha dado el cine en los noventa (10 razones para odiarte, Alguien como tú, American Pie, hasta llegar a nuestra adorada Juno).
La novela de Stephen Chbosky, que
él mismo se encarga de dirigir, a sabiendas de que en manos de otro tal
vez rozaría el ridículo, nos aleja del típico film de adolescentes y, a
pesar de tener más entusiasmo que habilidad como directo y de abusar de
los primeros planos donde los rostros hablan más que las emociones, le
acabamos agradeciendo que no trate de dar respuestas a las grandes
preguntas de la vida. Resulta tan hermosa porque todos en algún momento
nos sentimos solos.
Trata sin pudor pero con respeto el
suicidio, la homosexualidad, los abusos sexuales, la violencia de
género, sin caer en esa angustia vital que es cualquier cosa para un
adolescente. Sobresale la fotografía, el tratamiento de la narración
mediante flashbacks y unos secundarios de lujo.
Charlie entablará una buena amistad con
Bill (Paul Rudd), su profesor de literatura, que lo hará explorar su
lado más creativo, a través de la lectura, una oda al celebre “¡Oh
Capitán, mi Capitán!” de Walt Whitman en El club de los poetas muertos pero que es mucho más, es la decisión de dejar de escribir sobre el mundo y vivir en él.
Al igual que El guardián entre el centeno, está
repleta de diálogos fluidos, estimulantes, vitales y escenas tan
sencillas como bellas, envueltas en frágil simplicidad. La banda sonora
marca el ritmo en el film, como la expresión de las emociones de los
jóvenes, apasionados por la música (siempre mejor en vinilo), que nos
harán desear volver a los años 90 y que algún estúpido novio de
instituto nos grabe un cassette canciones como Could It Be Another Change de The Samples, Tugboat de Galaxie 500, Asleep de The Smiths o Something de The Beatles.
Pero si hay una canción que cobra protagonismo por encima de todas, es la que ellos autodenominan “la canción del túnel”, ese Heroes de David Bowie, símbolo de unión, conexión e inmortalidad. Una amistad fuerte, capaz de hacerles sentirse eternos.
Deliciosa, en definitiva, para el hipster que (posiblemente) vive en todos nosotros y que se emocionó con Alta fidelidad de Nick Hornby. ¿Cómo no nos va a gustar una película que recrea The Rocky Horror Picture Show?
Todos deseamos tener ese momento para ser infinitos, subir a una
camioneta, y extender los brazos, mientras suena a todo volumen la
canción que nos hace libres.