Llego tarde a Okja. Conocedora de la polémica en Cannes que despreciaba el título por ser una propuesta no destinada a cines, evite verla en pantalla grande cuando tuve la ocasión en el festival de Sitges. Temía que mi corazón sufriera demasiado con la nueva propuesta naturalista dl coreano Bong Joon- Ho, y así fue.
El director nos plantea un futuro cercano en el que el planeta sufre por la sobre explotación de los recursos y como gestionar estos más equitativamente y ecológicamente. Una corporación se plantea como salvadora cuando descubren una nueva especie de supercerdo, capaz de acabar con una posible hambruna. Repartidos por el mundo, uno de ellos acaba criándose en Corea con la pequeña Mija y su abuelo. Ambas criaturas crecen juntas en plena naturaleza, libres, cuidándose la una a la otra y creando un vínculo de amor y amistad en unos bosques salidos de la factoría Ghibli. Mija se eleva así como ya lo hizo Mononoke en princesa defensora de la naturaleza en una aventura que la llevará a Estados Unidos junto a un grupo de eco terroristas pacíficos cuando la corporación trate de recuperar a la cerdita para convertirla en alimento.
Joon-Ho nos plantea una cinta bastante familiar con el espíritu de aventuras de los 80 donde la comedia, el drama y la acción tienen cabida sin dejar de denunciar las grandes corporaciones de la industria cárnica y sus terribles prácticas que tratan de blanquear con una directora, la enorme Tilda Swinton, enfundada en tonos pastel, histriónica en un papel premonitorio del que parece una extensión de aquel en “Snowpierce”.
Los secundarios basados en un reparto internacional de lujo encabezados por Paul Dano como activista relativamente pacífico y Jake Gyllenhaal como vieja gloria televisiva de un programa de animales nos suponen un alivio cómico en la denuncia de la industria cárnica y las granjas masivas de producción, así como la manipulación a través de los medios de comunicación para crear cortinas de humo en favor de gobiernos o corporaciones.
Okja, respira tantos efectos especiales en la creación de su criatura como ternura en cada uno de sus poros y nos enseña como la naturaleza habla si estamos dispuestos a poner la oreja para escucharla, a pesar de que el dinero sigue moviendo el mundo.
La cinta, creada como una gran superproducción internacional cierra con su calidad formal el debate de su presencia en festivales, pero (y si es que podemos encontrarle alguno a su discurso) no deja de ser anecdótico, que la película tenga detrás la firma de una gran corporación a nivel mundial cayendo justamente en aquello que trata de denunciar.